Hace 30 años China imitó a Occidente. Con un éxito fuera de toda medida. Ahora es Occidente quien imita a China. De nuevo más Estado, economías intervenidas, obra pública a todo pasto y jornadas continuas para las impresoras de papel moneda. La única ideología es la práctica, como quería el pequeño timonel, aquel inteligente y astuto Deng Xiaoping que sedujo a Felipe González con una frase que se hizo célebre: "Qué más da que el gato sea negro o blanco, lo importante es que cace ratones". Y a estas ideas salidas del crisol maoísta se atienen ahora los rectores de las economías mundiales.El éxito chino ha sido hasta ahora la cara oculta de la economía estadounidense. El ahorro, esos tres billones de dólares de deuda en manos chinas, es el que ha venido financiando el déficit de Washington. La mano de obra barata, la que ha permitido el consumo y el crecimiento. Hasta tal punto se superponen las dos revoluciones, la de Reagan y la de Deng, que una sin otra no hubieran funcionado. La globalización es la reaganomics más el pensamiento-Deng Xiaoping.
La segunda mitad del siglo XX, hasta entrados los años noventa, giró alrededor de la relación transatlántica entre Estados Unidos y Europa, forjada en la guerra fría. Quizás seguirá sirviendo como referencia para los valores democráticos, tan vapuleados por unos y otros. Pero no para la estabilidad y para la prosperidad económica. Pero, a la vez, son muchas las dudas sobre la capacidad china para aguantar el tirón de la crisis en plena acumulación de tensiones sociales, peligros medioambientales, desequilibrios regionales, corrupción de funcionarios y empresarios, delincuencia y fraudes masivos, ausencia de Estado de bienestar, o disidencias dentro de la cúpula dirigente. La economía china está en plena desaceleración. Queda ya claro que está seriamente afectada y ahora sólo resta por ver hasta dónde llegan los daños, algo que sólo determinarán la profundidad y la duración de la crisis. Por debajo del 8% de crecimiento China destruye puestos de trabajo, devuelve a la gente al campo y parpadean en rojo todas las alarmas sociales y políticas.
"Enriquecerse es glorioso" fue otra de las consignas del pequeño timonel, el comunista que emprendió la vía capitalista. El misterio de esta historia es saber qué hacen los gatos cuando no hay ratones.






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