martes, 3 de marzo de 2009

El siglo del individualismo (Colaboración)

"The century of the self"
Serie de cuatro documentales, de aproximadamente una hora cada uno, bajo el sello de la BBC inglesa, en los que Adam Curtis disecciona la influencia de la psicología de masas y la propaganda en la creación de la sociedad de consumo y el Poder en sí mismo del siglo XX. Digamos que, más allá de sociedades secretas, el documental, extraordinariamente conducido, nos introduce en las entrañas del poder sobre las masas, en la publicidad, la propaganda, las relaciones públicas y los medios de comunicación. Cuando lo veas, sabrás por qué es tan vital para producir un cambio planetario que la gente sepa cómo el Poder nos manipula. El primer episodio tiene como protagonista al sobrino de Sigmund Freud, Eduard Barneys, y él mismo explica cómo creó el concepto de sociedad de consumo= democracia.

Episodio 1 "Happiness Machines" (subtítulos castellano)

Sinópsis E1

Episodio 2 "The Engineering of Consent"

Sinópsis E2

Episodio 3 "There is a Policeman inside all our Head: He must be destroyed"

Sinópsis E3

Episodio 4 "Eight People sipping Wine in Kettering"

Sinópsis E4

Tanto fue el cántaro a la fuente...

que el grifo se cortó...

El crédito concedido a los hogares españoles se hundió un 30% en 2008

No Line On The Horizon

¿El mejor disco de U2?

Veremos... Desde Acthung Baby la verdad es que U2 llevan 15 años aburriéndonos... En todo caso, lo que sí que hay que reconocer es que el título es realmente muy apropiado para los tiempos que corren... :-)

Suma y sigue

Así que en vista del panorama hemos decidido abrir una nueva sección sobre sexualidad ya que, en breve, no creemos que nos quede otra cosa que hacer (lo cual, bien pensado, tampoco está tan mal)... Sigan, sigan leyendo más abajo... ;)

Roma, civilización y sexo... luego vino la Iglesia y nos sumió en 1.000 años de oscuridad (ó más)

Fiel a sus tesis C.R.A.P.U.L.A.S. ofrece a continuación un riguroso análisis histórico de cómo sexo y civilización no sólo no son incompatibles sino que, al contrario, son procesos que se retroalimentan.

"La sociedad romana, regida por unas normas de conducta y ética determinadas, era una sociedad muy promiscua y liberal donde las relaciones sexuales fuera de la pareja eran consideradas totalmente normales y existía una gran libertad sexual.

Un ciudadano podía tener mantener relaciones sexuales fácilmente con su esposa en casa, con un hombre en los baños, con una prostituta en un burdel, o con un esclavo, y sólo ser criticado si no era capaz de mantener cada cosa en su lugar. La moral de la sexualidad romana giraba alrededor de la idea del control.

Existía una gran promiscuidad fuera del matrimonio. Ser esposa, tenía más que ver con el status social que con el placer y las costumbres dictaban que el hombre casado podía mantener tantas relaciones sexuales como quisiera. Durante la República, Cicerón declaró, sin que nadie se opusiera, que no había nada ilegal en el hecho de que un hombre desease llevar a otro al campo con la intención de disfrutar de placeres eróticos.

En Roma, se creía que el amor disminuía la capacidad de pensamiento racional y era visto como algo ridículo. Un beso en público de un matrimonio resultaba algo indecente pero nadie exigía a las mujeres casadas que no recibiesen visitas libremente, aunque debían mantener una serie de códigos morales y sociales determinados.

El ciudadano romano recurre al sexo y a la lujuria para la realización personal, tanto masculina como femenina, puesto que la obtención de placer era el valor dominante al que se sometía todo lo demás. El adulterio y el divorcio preconizado por Ovidio en “El arte de amar” eran aceptados y practicados numerosas veces en la sociedad romana.

La homosexualidad no era condenada, se tienen múltiples referencias sobre las relaciones homosexuales mantenidas por muchos emperadores. Estas relaciones mantenían unas reglas muy precisas, en la pareja homosexual, siempre existía un amo y un sometido, siendo estos últimos generalmente jóvenes de clase social inferior o esclavos.

Los ciudadanos con más poder y más esclavos podían destinar una parte de estos para el sexo, independientemente de la edad que tuvieran y de su sexo. La esclavitud es uno de los motivos de la libertad sexual atribuida al mundo romano.

En la antigua Roma existía un amplio desarrollo de la prostitución. Catón el Viejo dice que "es bueno que los jóvenes poseídos por la lujuria vayan a los burdeles en vez de tener que molestar a las esposas de otros hombres".

Las prostitutas eran educadas para la conversación y el placer, debían llevar vestimentas diferentes, teñirse el cabello o llevar pelucas amarillas y eran inscritas en un registro. En el año 1 d.C. el registro contaba con 32.000 prostitutas inscritas.

Las prostitutas que estaban registradas en las listas públicas eran conocidas como Meretrices mientras que las Prostibulae ejercían su profesión donde podían, librándose del impuesto. Las conocidas como Ambulatarae recibían ese nombre por trabajar en la calle o en el circo mientras que las Lupae trabajaban en los bosques cercanos a la ciudad y las Bustuariae en los cementerios. Las prostitutas de más alta categoría eran conocidas como Delicatae y tenían entre sus clientes a senadores, negociantes o generales."

Fantasía hecha realidad

"Las parejas disfrutan dentro. Las chicas llegan y se unen a la fiesta, y los ‘solteros’ esperan a ser elegidos. Tabúes a un lado, comienza el desenfreno. Es la hora del intercambio de parejas. Dos son los requisitos básicos: no ser conservador y adorar el sexo. Lo demás, surge solo."

El matrimonio clásico convive ahora con el liberal y el sexo de dos en dos se abre al sexo en grupo. Los locales de intercambios de pareja de las grandes ciudades no dan abasto para acoger a tantos hombres ávidos de lujuria y, mientras las chicas solas cumplen “el sueño de todo hombre”, como dicen los encargados de estos clubs, “que es acostarse con dos mujeres a la vez”, los ‘solteros’ aguardan su turno tomándose una copa mientras fantasean con lo que les deparará la noche.


¿Cómo funcionan estos locales? ¿quién los frecuenta? ¿qué actividades ofrecen? Los dueños de un par de estos ‘paraísos del sexo libre’ han contado a El Confidencial los entresijos del ‘amor en grupo’.


La mayor cualidad de practicar el sexo grupal en este tipo de locales es que allí no cabe el engaño, como sí ocurre con las citas acordadas a través de internet, donde hay personas “mal intencionadas” que, tras ser contactados por sus anuncios -‘vive tus fantasías con un matrimonio real’, ‘ofrecemos masajes a cuatro manos’...-, se comprometen a acudir con su pareja y, cosas de la vida, llegado el día, ‘algo’ impide que éstas acudan. Además, los clubs ofrecen la posibilidad de comparar y no tener que escoger a la primera pareja que se presenta.


La práctica está tan extendida que tiene su propio argot. En el ambiente nocturno recibe el nombre de swinging. Además de la participación activa, también permite el exhibicionismo y el voyeurismo, y tiene dos modalidades de acuerdo al grado de participación: soft swinging o soft swap -intercambio ligero, que sólo permite besos y sexo oral con una tercera o cuarta persona, pero no la penetración- y full swap, subdividido en open y closet dependiendo de si las -en principio cuatro- personas quieren practicar el coito en la misma habitación o sin que les vea su ‘pareja de siempre’. En algunos locales se entregan pulseras de diferente color a los clientes para facilitar los encuentros en función de las apetencias.


Dependiendo del tamaño de estos clubs de ocio naturistas, los hay que ofrecen ‘fiestas multitudinarias’ o más reservadas. En uno de los más grandes de Madrid, la fiesta estrella consiste en que la mujer del matrimonio disfrute del sexo con muchos chicos la misma noche. Para esta actividad, las parejas tienen entrada libre y los ‘solteros’ pagan 60 euros por el acceso -aunque finalmente no sean elegidos-. Para el resto, el precio que pagan los hombres solos es aproximadamente de la mitad y, una vez seleccionados para formar parte del trío, pueden disfrutar con el matrimonio en la sauna, el spa, el jacuzzi.


Quienes quieran probar la experiencia sin la posibilidad de encontrarse allí con su jefe -sin maletín- o su vecino -sin barra de pan- y sus respectivas mujeres, les encomiendo a visitar el mayor lugar de reunión de swingers europeos, situado a unos 300 kilómetros de la ciudad condal. Se llama Cap d´ Agde y en verano cuelga en cartel de completo cuando el cliente número 30.000 deja su D.N.I en recepción: es el paraíso de la lujuria.


Publicado en El Confidencial (noticía más leida del 2 de marzo de 2009)