viernes, 6 de febrero de 2009

Asombro (Juan José Millás)

Tiempos raros, difíciles, como todos por otra parte. La normalidad es una quimera, un sueño, un desvarío. Los trámites exigidos por la naturaleza para alcanzar la condición de insecto son alucinantes, aunque no menos que los necesarios para llegar a rata o a hombre, por no mencionar las fases que es preciso atravesar, desde esta condición, para obtener el estatus de juez, de registrador de fincas, de subsecretario o de poeta de la experiencia. Qué mérito, vivir como normales todos estos sucesos portentosos. Ahora mismo, en plena crisis económica, con un invierno de perros y cientos de miles de familias al borde de la desesperación, pues se acuestan con el mismo horizonte con el que se levantan, llama a la puerta de casa un señor de morado que asegura representar a Dios y no hay otro remedio que recibirle, que agasajarle, que darle la razón, que invitarle a comer. Es tal el terror que nos inspira, que lo recibe el presidente del Gobierno y la vicepresidenta y el ministro de Asuntos Exteriores y los Reyes y el Príncipe... ¿Estamos fumados o qué? ¿Qué hay que meterse en las venas o en la cabeza para participar de ese delirio? Ni el peyote, por lo que uno ha leído, produce estragos semejantes. Pues nada, el señor de morado se va con sus subvenciones debajo del brazo y ahora toca rogar a los banqueros (que metafóricamente van también de púrpura) que restablezcan el flujo crediticio. No sé ustedes, pero uno escucha esa expresión, "flujo crediticio", y piensa lógicamente en piernas abiertas, en sábanas arrugadas, en ropa interior húmeda, en movimientos hormonales. O sea, que tenemos que excitar a los banqueros, como si no lleváramos toda la vida haciéndolo con nuestras nóminas y nuestras tarjetas de crédito y nuestras comisiones y nuestros créditos personales o hipotecarios. Luego nos asombra la vida de los insectos.

Publicado en El País

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Lo que está sucediendo en la actualidad recuerda mucho al derrumbe del Imperio Romano. Analicemos por un instante ambas situaciones:

1.- El Imperio Romano era "planetario" (como sistema desarrollado de confort social de sus ciudadanos no tenía parangón) así que, tomando en consideración su época, el mismo era equiparable al actual sistema "planetario" capitalista.

2.- Cuando alcanzó su máximo tamaño posible empezó su inmediata decadencia ya que los dos factores esenciales de crecimiento del sistema quedaron fulminados, a saber: ingresos ingentes de todo tipo por i) conquista y por ii) mano de obra esclava (esta tras la revuelta de Espartaco no hizo sino decrecer, los esclavos no se reproducian entre si). Ahora el sistema es global (no quedan mercados por conquistar o los que hay, se defienden bien) y la mayoría de nosotros estamos esclavizados a nuestras deudas por consumo (la más cuantiosa la hipoteca, pero también al ansia de poseer, de imitar de acumular objetos...).

3.- Parado en su crecimiento el Imperio establecío fronteras fijas, al otro lado de las cuales existian pueblos barbaros. Estos, durante un tiempo fueron rechazados por Roma, paulatinamente se fueron inflitrando en el Imperio. Al principio para desarrollar determinados trabajos (por ejemplo en el ejercito), luego se establecieron dentro del Imperio, aceptando la Pax Romana pero sin convertirse en ciudadanos y conservando esencialmente su propia idiosincrasia y la mayoría de sus costumbres "barbaras". Cuando el Imperio se empieza a desmoronar, los barbaros ya estaban dentro desde hacia tiempo y aprovecharon la debilidad para entrar por todas las grietas de las fronteras del Imperio, imposibles de guardar. En nuestra era, nuestros particulares "barbaros" (dicho sin ningún ánimo peyorativo) son los emigrantes; primero fuimos a sus países y los esquilmamos en la etapa de colonialismo, luego, cuando volvimos a nuestras metrópolis seguimos seguir esquilandoles mediante nuestras multinacionales y cuando por fin los llamamos y les empezamos a dejar entrar fue para cubrir determinados trabajos de baja calidad, cuando no infames, indeseados por nosotros por más que fuesen necesarios. Y al igual que ocurrió en el Imperio Romano, muchos de ellos ahora viven dentro del mundo desarrollado pero no son ciudadanos y en muchos casos mantienen más vinculos con sus costumbres y países de origen que con la cultura local y sin embargo, dado que vienen de la pobreza más absoluta, están mucho mejor preparados que nosotros para la miseria que se avecina.

4.- Ergo, nos va a pasar algo parecido... y ya sabemos como acabó todo...

Cayo Cornelio Escipcion

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