miércoles, 17 de diciembre de 2008

El fracaso de los sistemas (Gioconda Belli)

En este siglo XXI, frente a retos que ni Marx, ni Adam Smith jamás pudieron haber imaginado, no cesa de asombrarme el empecinamiento de quienes, como antiguos Cruzados, sacan espadas dispuestos a combatir a los “infieles”como si las teorías económicas fuesen infalibles textos sagrados. En nada se diferencian de los Inquisidores que inventaban argumentos absurdos para probar las herejías de los pobres cristianos y quemarlos en sus Autos de Fe. Pero la misma razón humana que ha cuestionado la existencia de Dios, debería hacer que no nos tiemble el pulso para cuestionar las teorías de los hombres.

Me atrevo entonces a afirmar que tanto el capitalismo como el socialismo, han fracasado en su intento de conducirnos a la tierra prometida de igualdad, fraternidad y libertad. Tan trágicos son los explotados mineros cubiertos de lodo de las Minas de Loma Panda en Brasil, como los balseros cubanos, arriesgando sus vidas sobre endebles barquitos en los que esperan alcanzar la supuesta prosperidad en Estados Unidos.

Mientras el capitalismo endiosó el dinero y cosificó al hombre, el socialismo endiosó al partido y sacrificó a los individuos en el altar de su peculiar concepto de pueblo.

El sistema capitalista, a pesar de las predicciones teóricas que anunciaron su destrucción a partir de la rebelión de las masas explotadas, pareció resistir hasta ahora sus contradicciones internas con más éxito que el sistema socialista. La razón de esto, según algunos estudiosos, se debe a una mayor coincidencia entre su modo de operar y la sicología libertaria e individualista del ser humano. Mientras el socialismo cifró sus esperanzas de éxito en la conducción de vanguardias ilustradas organizadas en todopoderosos partidos, el capitalismo sostuvo su ideología sobre conceptos tales como la libertad individual, el libre mercado, la libre empresa.

Si bien en ambos sistemas la construcción del concepto de libertad estuvo determinada por la conveniencia del sistema mismo, en la práctica el capitalismo logró una ilusión de libertad más exitosa que la del socialismo. Antonio Gramsci sostenía que sin un cambio ideológico profundo las revoluciones serían rechazadas por el mismo pueblo que pretendían beneficiar. El apuntaba que la crítica y el debate intelectual eran esenciales para la reproducción de la ideología.

En el socialismo, como se practicó en los países del Este y en la URSS, el debate, la crítica y los intelectuales se contaron entre las primeras víctimas de la autoridad partidaria. En su lugar, se crearon burocracias encargadas de la agitación y propaganda, cuyos intentos de crear conciencia a través de consignas y cartillas, fracasaron estrepitosamente. En el capitalismo, en cambio, el debate y la crítica, si bien sufrieron restricciones y amenazas (como en la era de McCarthy, por ejemplo, en Estados Unidos), en general mantuvieron su dinamismo, de manera que la defensa del sistema se interiorizó dentro del sistema mismo. Sin necesidad de aparatos profesionales, la ideología se reprodujo de tal manera que derivó incluso en una “mitología” capaz de trascender barreras culturales de lo más diversas.

La ideología capitalista se globalizó mientras el socialismo sufría una estigmatización que redujo su área de influencia a minorías radicalizadas, o que obligó a variar sus connotaciones semánticas negativas y sus presupuestos proponiendo nuevos códigos o combinaciones, tales como social-democracia, social-cristianismo, o socialismo del siglo XXI.

Si el socialismo fracasó en su valoración de que la satisfacción de las necesidades materiales sobrepasaba la valoración humana de la libertad como un componente esencial de la felicidad, el capitalismo ha fracasado en su tesis de que la irrestricta libertad en la producción, comercialización y distribución de bienes materiales era el camino para lograr ser feliz.

Ambos sistemas, por otro lado, han sido corresponsables de la depredación gigantesca de los recursos naturales y de la contaminación feroz de nuestro planeta. Ambos sistemas han generado cruentas guerras, rivalidades tribales, corrupción, hambrunas, mortandad y nos han llevado, en la actualidad, a un atolladero dramático de nuestras posibilidades de sobrevivencia como especie.

Ahora bien, si la crisis del socialismo representó el fin de la Unión Soviética y el reacomodo de las contradicciones a nivel mundial (incluyendo el surgimiento del fundamentalismo islamista, cuya versión armada surgió con los muhayadin en la ocupación soviética de Afganistán), ¿qué podemos esperar de la actual crisis del capitalismo? Es interesante anotar, para los dogmáticos, que esta crisis, la mayor del capitalismo en la historia moderna, no ha surgido de rebeliones de masas o revoluciones, sino como producto del sistema mismo, de su excesiva avaricia.

Y esta realidad plantea otra interrogante fundamental: si la lucha de clases no es el factor determinante en las crisis del capitalismo, ¿es ésta su contradicción fundamental? Porque la realidad demuestra que las revoluciones del siglo XX han sido más bien luchas libertarias llevadas a cabo por grandes coaliciones de clase, de modo que la experiencia está indicando que las rebeliones efectivas tienen su origen en la pérdida de libertad y la represión, más que en los factores económicos. Este es un importante factor a analizar en el enfoque teórico, que sobrevalora la objetividad economicista, en detrimento de los factores subjetivos que impulsan fenómenos sociales.

Objetivamente, por ejemplo, el remedio que se ha aplicado en la crisis actual del capitalismo en Estados Unidos, con la intervención del estado en los sectores financieros e industrias claves podría, bajo un análisis economicista puro, apuntar a la configuración de un modelo pre-socialista, en cuanto que el capitalismo de estado, según Lenin, representaba el estadio perfecto para transitar al socialismo. Pero ¿podemos esperar un resultado semejante en EEUU? En este contexto, ¿podría el factor subjetivo facilitado por la llegada de Barack Obama a la presidencia de ese país, hacer que se produzca un giro de tal magnitud que genere una suerte de sistema-síntesis del capitalismo y el socialismo? La posibilidad de un desarrollo de esta naturaleza no deja de ser, sin embargo, una ilusión de mi natural optimista. Ahora bien, si el imperialismo es la fase superior del capitalismo y éste está en crisis, la crisis es una crisis del imperialismo. Fareed Zakaria en el último número de Newsweek, afirma “el verdadero problema que enfrentamos hoy no es una crisis del capitalismo, sino una crisis de la globalización”.

Técnicamente, la exportación de capitales, de influencias y productos, ya no sólo proviene de Estados Unidos, sino de China (aunque representa un quinto de la economía de Estados Unidos) y hasta podríamos hablar de un “imperialismo” venezolano pues el suministro de bienes y servicios de este país también implica una cuota de dependencia política y la inserción dentro de una estructura supranacional que tiene un costo para nuestra soberanía. Y esta es la otra gran pregunta que desafía el legado teórico de los clásicos marxistas: en un mundo global, de economías entrelazadas, ¿hay soluciones locales? ¿Qué representa una soberanía territorial que no puede ejercerse sin endeudamiento externo, sin compromisos financieros y políticos? Si los problemas son globales, ¿cómo darles soluciones globales? ¿No sería acaso más benigno para el ancho mundo que ocupamos el dotar a las Naciones Unidas de una nueva estructura capaz de actuar en consenso y de ser un cuerpo verdaderamente representativo? ¿O es que la única solución para la crisis global sea el retorno a las tribus, el nacionalismo fundamentalista que propone el extremismo religioso representado por Al Qaida o los Talibanes?

Como decía al principio, ni Marx, ni Adam Smith tienen la solución para los problemas actuales. De allí que sea justo y necesario dejar de recitar las soluciones clásicas y pretender aplicarlas mecánicamente a las realidades de hoy. Parece que sufrimos una crisis de imaginación y en países como el nuestro ésta sea quizás la más grave. No hay que perder de vista que el objetivo no es defender un conjunto de ideas, sino alcanzar la igualdad en un sistema ético, armónico y favorable a la vida y al desarrollo del potencial de cada persona. ¿Por qué aferrarnos a definiciones sistémicas, como si sólo dentro de uno de estos sistemas estuviese nuestra salvación? Yo propongo un nuevo sistema: el felicismo…. el que persiga la felicidad. Los reto a definirlo.

Vale más reflexionar que escudar la incapacidad de evolucionar ideológicamente tras confrontaciones artificiales, clasistas de mentira. Sigmund Freud decía que la civilización empezaba cuando un hombre enojado decidía usar sus palabras en vez de lanzar piedras. A ver cuando empezamos a ser civilizados.

Bush says sacrificed free-market principles to save economy

O traducido en castizo "He abandonado los principios del `aqui vale todo´ para salvar el sistema del `aqui vale todo´"... ¿Pero como se puede tener tanta desfachatez?

US President George W. Bush said in an interview Tuesday he was forced to sacrifice free market principles to save the economy from "collapse." "I've abandoned free-market principles to save the free-market system," Bush told CNN television, saying he had made the decision "to make sure the economy doesn't collapse."

Bush's comments reflect an extraordinary departure from his longtime advocacy for an unfettered free market, as his administration has orchestrated unprecedented government intervention in the face of a dire financial crisis.

"I am sorry we're having to do it," Bush said.

But Bush said government action was necessary to ease the effects of the crisis, offering perhaps his most dire assessment yet of the country's economy.

"I feel a sense of obligation to my successor to make sure there is not a, you know, a huge economic crisis. Look, we're in a crisis now. I mean, this-- we're in a huge recession, but I don't want to make it even worse."

Publicado en freerepublic.com

Los jóvenes griegos ponen una pancarta gigante en la Acrópolis

Pero como no meten lio ni los medios de comunicación ni el gobierno les hace caso... ¿entonces que es lo que hay que hacer para que se escuche la voz de la gente?
La revuelta organizada por los jóvenes griegos, desatada por el asesinato de un adolescente a manos de la policía, lucha por la visibilidad al tiempo que pierden fuerza los disturbios violentos que agitaron el país la semana pasada. Si ayer un grupo de estudiantes ocupó la televisión pública interrumpiendo el telediario para una protesta en directo, hoy otro grupo ha utilizado el símbolo griego por excelencia, la Acrópolis de Atenas, para hacer más visible su lucha. A los pies del Partenón, colgando de uno de los muros del conjunto arqueológico, obra maestra de la antigüedad griega, han colocado dos grandes pancartas. En una, escriben "Resistencia" en griego, inglés, español y alemán, y en otra, llaman a una "manifestación en toda Europa" mañana.

Planeta ZIRP (Zero Interest Rate Policy)

Bienvenidos al Planeta ZIRP (Zero Interest Rate Policy). Aquí estamos ya, aterrizando en un mundo de dinero (casi) gratis. El primer país fue Japón, ahora llega EEUU y Europa les seguirá… pronto. Si nos fijamos en el comunicado de la Fed de anoche, dos elementos llaman la atención: obviamente uno es la magnitud de la bajada de tipos, y el otro es que ‘la Fed está evaluando los potenciales beneficios de comprar bonos del Tesoro a largo plazo’. Lo sabíamos pero Ben Bernanke nos lo confirma: hará todo lo posible para que los tipos hipotecarios bajen hacia un nivel compatible con una estabilización del mercado inmobiliario.

Esto significa abrir la caja de Pandora con argumentos tremendamente alcistas a corto plazo y posibles amenazas a medio plazo. Los tipos Libor (interbancarios) se hundirán en todo el mundo, con los tipos a 3 meses por debajo del 1% antes del verano 2009. Se abre el espacio para caídas adicionales de las rentabilidades de los bonos, caídas probablemente más fuertes en Europa que en Estados Unidos. Lógicamente, los tipos hipotecarios también bajarán, con posibilidad de alcanzar niveles del 2%-2,5% en la zona euro en general y en España en particular.

Los escépticos pensarán que voy demasiado lejos y que la única consecuencia de la actuación de la Fed será un megaperíodo de hiperinflación provocado por esos miles de millones de dólares con que se va a regar la economía mundial. Es posible, pero las implicaciones negativas de la decisión de la Fed no llegarán hoy sino mañana o pasado mañana, es decir en otro año. Mientras tanto, no intenten ir en contra del balance de la Reserva federal: saldrán escaldados. Si usted está preocupado por los excesos de ‘Helicóptero Ben’, compre deuda europea y venda norteamericana. O más fácil: compre bolsa mientras todavía sea posible.
Por Alain Galibert en El Economista

¡Por fin una buena noticia!

El Parlamento Europeo vota en contra de la directiva de las 65 horas semanales
El Parlamento Europeo bloqueó hoy la norma que permite ampliar la jornada laboral máxima a 65 horas semanales, que fue aprobada por los ministros de Trabajo de los 27 el pasado mes de junio con el voto en contra de España. Los eurodiputados aprobaron por mayoría absoluta una serie de enmiendas que exigen que en un plazo máximo de 3 años se supriman todas las excepciones ('opt out') a la jornada laboral de 48 horas semanales.

La Eurocámara exigió además que se considere tiempo de trabajo la totalidad del tiempo de guardia, incluido el periodo inactivo. Esto cuestiona también el acuerdo alcanzado por los Veintisiete, según el cual el periodo inactivo de la guardia (por ejemplo, cuando un médico duerme en un hospital) no debe considerarse como tiempo de trabajo a menos que la legislación nacional, un convenio colectivo o un acuerdo entre interlocutores sociales disponga lo contrario.

Las enmiendas fundamentales recibieron un respaldo muy superior a la mayoría absoluta de 393 votos que era necesarios para que salieran adelante. La mayoría obtuvieron más de 500 votos. Ello significa que, además de socialistas y grupos de izquierda, fueron apoyadas por muchos eurodiputados del Partido Popular Europeo, incluidos los españoles.

El voto de la Eurocámara abre ahora un nuevo periodo de negociación de 90 días (denominado 'conciliación') entre el Parlamento y el Consejo al cabo del cual, si no hay acuerdo, decae el texto.

Capitalistas estúpidos (J. Stiglitz, Premio Nobel de Economía)

Algún día se habrán calmado las amenazas más urgentes posadas por la crisis crediticia y nos veremos ante la tarea principal de elaborar una dirección para los pasos económicos del futuro. Será un momento peligroso. Detrás de los debates sobre la política futura hay un debate sobre la historia: un debate sobre las causas de nuestra situación actual. La batalla por el pasado determinará la batalla por el presente. Por lo tanto es crucial entender bien la historia.

¿Cuáles fueron las decisiones críticas que llevaron a la crisis? Se cometieron errores en cada encrucijada - tuvimos lo que los ingenieros llaman una “falla del sistema:” cuando no una sola decisión sino una cascada de decisiones producen un resultado trágico. Consideremos cinco momentos cruciales:

No. 1: Despido del presidente
En 1987 el gobierno de Reagan decidió remover a Paul Volcker de su puesto de presidente del Consejo de la Reserva Federal y nombrar en su lugar a Alan Greenspan. Volcker había hecho lo que supuestamente es la tarea de los banqueros centrales. Bajo su control, la inflación fue reducida de más de un 11% a bajo de un 4%. En el mundo de la banca central, eso le habría significado un grado de A+++ y asegurado su renombramiento. Pero Volcker también entendió que los mercados financieros deben ser regulados. Reagan quería a alguien que no creyera algo semejante, y lo encontró en un devoto de la filósofa objetivista y fanática del libre mercado, Ayn Rand.

Greenspan tuvo un doble papel. La Reserva Federal controla el grifo del dinero, y en los primeros años de esta década, lo abrió a todo dar. Pero la Fed también es un regulador. Si se nombra a un anti-regulador como brazo ejecutor, se sabe el tipo de ejecución que se tendrá. Un torrente de liquidez combinado con diques reguladores defectuosos resultaron ser desastrosos.

Greenspan presidió sobre no una, sino sobre dos burbujas financieras. Después de que reventó la burbuja de la alta tecnología, en 2000 - 2001, ayudó a inflar la burbuja de la vivienda. La primera responsabilidad de un banco central debería ser el mantenimiento de la estabilidad del sistema financiero. Si los bancos prestan sobre la base de valores artificialmente altos de los activos, el resultado puede ser una catástrofe como la que estamos viendo, y Greenspan lo debiera haber sabido. Tenía muchos de los instrumentos necesarios para hacer frente a la situación. Para encarar a la burbuja de la alta tecnología, podría haber aumentado los requerimientos marginales (la cantidad de dinero que deben financiar los compradores con sus propios medios para adquirir acciones). Para deflacionar la burbuja de la vivienda, podría haber limitado los préstamos depredadores a hogares de bajos ingresos y prohibido otras prácticas insidiosas (los préstamos sin documentación o “mentirosos”, los préstamos sólo con intereses, etc.). Esto habría ido bastante lejos para protegernos. Si no tenía los instrumentos, podría haber ido al Congreso y haberlos solicitado.

Desde luego, los actuales problemas con nuestro sistema financiera no son sólo el resultado de préstamos incobrables. Los bancos han hecho mega-apuestas mutuas mediante instrumentos complicados como los derivados, “credit-default swaps” (CDS), etc. Con estos, una parte paga a la otra si ocurren ciertos eventos; por ejemplo, si quiebra Bear Stearns, o si el dólar aumenta. Estos instrumentos fueron originalmente creados para ayudar a gestionar el riesgo, pero pueden también ser utilizados para jugar por dinero. Por lo tanto, si uno se siente seguro de que el dólar va a caer, podría hacer una gran apuesta correspondiente, y si el dólar verdaderamente cayera, sus ganancias aumentarían considerablemente. El problema es que, con este complicado entrelazado de apuestas de gran magnitud, nadie podía estar seguro de la posición financiera de otro, o incluso de la propia. No es sorprendente que los mercados crediticios se hayan paralizado.
Greenspan también jugó un papel en esto. Cuando yo era presidente del Consejo de Asesores Económicos, durante el gobierno de Clinton, participé en un comité de todos los principales reguladores financieros federales, un grupo que incluía a Greenspan y al Secretario del Tesoro Robert Rubin. Incluso entonces, era obvio que los derivados planteaban un peligro. No lo señalé de un modo tan memorable como Warren Buffett - quien vio en los derivados “armas financieras de destrucción masiva” - pero comprendimos lo que quería decir. Y sin embargo, con todo ese riesgo, los desreguladores a cargo del sistema financiero - en la Fed, en la Comisión de Mercados e Inversores de Estados Unidos, (SEC), y en otros sitios - decidieron no hacer nada, preocupados de que cualquier acción podría interferir con la “innovación” del sistema financiero. Pero la innovación, como el “cambio,” no tiene un valor inherente. Puede ser mala (los préstamos “mentirosos” son un buen ejemplo) así como buena.

No. 2: Demoliendo los muros
La filosofía de la desregulación pagó dividendos indeseados durante años. En noviembre de 1999, el Congreso revocó la Ley Glass-Steagall - culminación de un esfuerzo de cabildeo de 300 millones de dólares por las industrias bancarias y de servicios financieros, y liderado en el Congreso por el senador Phil Gramm. Glass-Steagall había separado desde hace tiempo a los bancos comerciales (que prestan dinero) y a los bancos de inversiones (que organizan la venta de bonos y valores); había sido promulgada como consecuencia de la Gran Depresión y debía limitar los excesos de esa era, incluidos los conflictos de intereses. Por ejemplo, sin separación, si una compañía cuyas acciones habían sido emitidas por un banco de inversión, con su fuerte apoyo, se metía en problemas, ¿no sentiría su brazo comercial, si lo tuviera, presión para prestarle dinero, tal vez insensatamente? No cuesta prever la espiral resultante de malas decisiones. Yo me había opuesto a la revocación de Glass-Steagalll. Sus defensores dijeron, en efecto: Confiad en nosotros, creamos murallas chinas para asegurar que los problemas del pasado no vuelvan a ocurrir. Como economista, yo poseía ciertamente un grado saludable de confianza, confianza en el poder de los incentivos económicos para desviar la conducta humana hacia el interés propio a corto plazo, en todo caso, en lugar del “interés propio bien entendido” de Tocqueville.

La consecuencia más importante de la revocación de Glass-Steagall fue indirecta - fue cómo la revocación cambió toda una cultura. No se supone que los bancos comerciales sean empresas de alto riesgo; se supone que administren el dinero de otros de un modo muy conservador. Basado en este entendimiento el gobierno acepta pagar la cuenta si llegan a quebrar. Los bancos de inversión, por otra parte, han administrado tradicionalmente el dinero de gente acaudalada - gente que puede tomar riesgos mayores para obtener mayores ganancias. Cuando la revocación de Glass-Steagall juntó a los bancos de inversiones y comerciales, la cultura de la banca de inversiones salió ganando. Existía una demanda para el tipo de altas ganancias que sólo podían ser obtenidas mediante un alto apalancamiento y la aceptación de grandes riesgos.
Hubo otros pasos importantes por el camino desregulador. Uno fue la decisión en abril de 2004 de la Comisión de Mercados e Inversores de Estados Unidos, (SEC), tomada en una reunión a la que no asistió casi nadie y que fue pasada por alto en gran parte, de permitir que los grandes bancos de inversiones aumentaran su ratio de deuda a capital (de 12:1 a 30:1, o más) para poder comprar más valores respaldados por hipotecas, inflando al hacerlo la burbuja de la vivienda. Al aceptar esa medida, la SEC argumentó a favor de las virtudes de la autorregulación: la noción peculiar de que los bancos pueden controlarse efectivamente a sí mismos. La autorregulación es disparatada, como reconoce ahora hasta Alan Greenspan, y como asunto práctico no puede, en todo caso, identificar riesgos sistémicos - los tipos de riesgos que aparecen cuando, por ejemplo, los modelos utilizados por cada uno de los bancos para administrar sus carteras de inversiones indican a todos los bancos que vendan de golpe algunos valores.

Cuando echamos por tierra las antiguas regulaciones, no hicimos nada por encarar los nuevos desafíos planteados por los mercados del Siglo XXI. El desafío más importante fue el planteado por los derivados. En 1998, la jefa de la Comisión del Comercio en Futuros sobre Mercancías de EE.UU., Brooksley Born, había llamado a que hubiera una tal regulación - una preocupación que ganó en urgencia después que la Fed, en ese mismo año, organizó el rescate de Long-Term Capital Management, un hedge fund cuya quiebra de más de un billón de dólares amenazó los mercados financieros globales. Pero el Secretario del Tesoro, Robert Rubin, su Secretario-Adjunto, Larry Summers, y Greenspan, fueron inflexibles y exitosos en su oposición. No se hizo nada.

No. 3: Aplicando sanguijuelas
Luego vinieron los recortes tributarios de Bush, impuestos primero el 7 de junio de 2001, con una nueva entrega dos años después. El presidente y sus asesores parecían creer que recortes tributarios, especialmente para estadounidenses de altos ingresos, constituían un cúralo-todo para cualquier enfermedad económica - el equivalente moderno de sanguijuelas. Las reducciones de impuestos jugaron un papel fundamental en la conformación de las condiciones que crearon el trasfondo de la actual crisis. Como su contribución al estímulo de la economía fue mínima, el verdadero impulso quedó en manos de la Fed, que emprendió la tarea con tasas bajas y liquidez sin precedentes. La guerra en Irak empeoró las cosas, porque llevó a un aumento brutal de los precios del petróleo. Ante la dependencia de EE.UU. de las importaciones de petróleo, tuvimos que gastar varios cientos de millones de dólares más para comprar petróleo - dinero que de otra manera habría sido gastado en bienes estadounidenses. Normalmente eso hubiera llevado a una ralentización económica, como lo hizo en los años setenta. Pero la Fed enfrentó el desafío del modo más miope que se pueda imaginar. El diluvio de liquidez hizo que el dinero fuera fácilmente disponible en los mercados hipotecarios, incluso para los que normalmente no estarían en condiciones de pedir prestado. Y, sí, eso logró impedir una desaceleración económica: la tasa de ahorro doméstica de EE.UU. cayó a cero. Pero debiera haber sido obvio que estábamos viviendo de dinero prestado, y de tiempo prestado.

La reducción de la tasa de impuestos sobre ganancias del capital contribuyó de otra manera a la crisis. Fue una decisión que enfocaba los valores: los que especulaban (léase: jugaban con dinero) y ganaban eran gravados menos que los que ganaban un salario, los que simplemente trabajaban duro. Pero más que eso, la decisión alentaba el apalancamiento, porque los intereses eran deducibles de los impuestos. Si, por ejemplo, se pedía prestado un millón para comprar una casa o se tomaba un préstamo sobre la apreciación inmobiliaria por 100.000 dólares para comprar acciones, los intereses serían totalmente deducibles cada año. Cualquier ganancia de capital que se hacía era levemente gravada - en algún día posiblemente remoto en el futuro. El gobierno de Bush hacía una invitación abierta a los excesos al pedir prestado y prestar - pero los consumidores estadounidenses no necesitaban que los estimularan para hacerlo.

No. 4: Falsificación de las cifras
Mientras tanto, el 30 de junio de 2002, después de una serie de grandes escándalos -notablemente el colapso de WorldCom y Enron- el Congreso aprobó la Ley Sarbanes-Oxley. Los escándalos habían involucrado a cada firma contable estadounidense, a la mayoría de nuestros bancos, y a algunas de nuestras principales compañías, y dejaron en claro que teníamos serios problemas con nuestro sistema de contabilidad. La contabilidad es un tópico que causa sueño a la mayoría de la gente, pero si no se puede confiar en las cifras de una compañía, no se puede confiar en nada respecto a una compañía. Por desgracia, en las negociaciones sobre lo que llegó a ser Sarbanes-Oxley, se tomó la decisión de no encarar lo que muchos, incluyendo el respetado anterior jefe de la SEC, Arthur Levitt, consideraban un problema subyacente fundamental: las opciones de compra de acciones. Las opciones de compra de acciones habían sido defendidas como la contribución de saludables incentivos para una buena administración, pero en realidad eran sólo tenían el nombre de “pagos de incentivos”. Si a una compañía le va bien, su jefe ejecutivo obtiene grandes compensaciones en la forma de opciones de compra de acciones; si a una compañía le va mal, la compensación es casi del mismo tamaño, pero otorgada de otras maneras. Es bastante malo. Pero un problema colateral con las opciones de compra de acciones es que ofrecen incentivos para llevar una mala contabilidad: el personal directivo superior tiene todos los incentivos para suministrar información distorsionada a fin de elevar los precios de las acciones.

La estructura de incentivos en las agencias de calificación también resultó ser perversa. Agencias como Moody’s y Standard & Poor’s son pagadas por los mismos a los que supuestamente deben calificar. Como resultado, tienen todos los motivos del mundo para dar buenas calificaciones a las compañías, en una versión financiera de lo que los profesores universitarios conocen como inflación de notas. Las agencias de calificación de riesgos, como los bancos de inversión que les pagaban, creían en la alquimia financiero - que hipotecas tóxicas de grado F podían ser convertidas en productos suficientemente seguros para estar en poder de bancos comerciales y fondos de pensión. Habíamos visto el mismo fracaso de las agencias de calificación durante la crisis del Este Asiático durante los años noventa: altas calificaciones facilitaron una fuerte corriente de dinero hacia la región, y luego una repentina inversión de las calificaciones produjo la ruina. Pero los supervisores financieros no se interesaron.

No. 5: Que se desangre
El momento decisivo final vino con la aprobación de un paquete de rescate el 3 de octubre de 2008 - es decir, con la reacción del gobierno a la crisis en sí. Sentiremos las consecuencias durante años. Tanto el gobierno como la Fed habían sido impulsados desde hace tiempo por ilusiones, esperando que las malas noticias fueran sólo un accidente pasajero, y que un retorno al crecimiento estuviera a la vuelta de la esquina. Mientras los bancos de EE.UU. enfrentaban el colapso, el gobierno viraba de un modo de actuar a otro. Algunas instituciones (Bear Stearns, A.I.G., Fannie Mae, Freddie Mac) fueron rescatadas. Lehman Brothers no. Algunos accionistas recuperaron algo. Otros no.

La propuesta original del Secretario del Tesoro, Henry Paulson, un documento de tres páginas que habría proporcionado 700.000 millones de dólares al secretario para gastar a su sola discreción, sin supervisión o revisión judicial, fue un acto de extraordinaria arrogancia. Vendió el programa como necesario para restaurar confianza. Pero no encaró las razones subyacentes de la pérdida de confianza. Los bancos habían otorgado demasiados préstamos incobrables. Tenían grandes agujeros en sus balances. Nadie sabía lo que era verdad y lo que era ficción. El paquete de rescate fue como una masiva transfusión a un paciente con hemorragia interna - y no se hizo nada en cuanto a la fuente del problema, es decir todas esas ejecuciones hipotecarias. Se desperdició un tiempo valioso mientras Paulson presionaba por su propio plan: “efectivo por basura,” comprando activos malos y trasfiriendo el riesgo a los contribuyentes estadounidenses. Cuando terminó por abandonarlo, suministrando a los bancos el dinero que necesitaban, lo hizo de una manera que no sólo estafó a los contribuyentes estadounidenses sino no logró asegurar que los bancos utilizaran el dinero para reiniciar los préstamos. Incluso permitió a los bancos que entregaran dinero a sus accionistas mientras los contribuyentes depositaban su dinero en los bancos.

El otro problema que no fue encarado tenía que ver con las amenazantes debilidades en la economía. La economía había sido sostenida con préstamos excesivos. Ese juego se había acabado. Al contraerse el consumo, las exportaciones mantuvieron en funcionamiento la economía, pero con el fortalecimiento del dólar y la debilidad en Europa y en el resto del mundo, era difícil ver cómo eso podría continuar. Mientras tanto, los Estados enfrentaban masivas caídas de los ingresos - tendrían que reducir sus gastos. Sin una acción rápida del gobierno, la economía enfrentaba un receso. E incluso si los bancos hubieran prestado sabiamente - lo que no habían hecho - era seguro que el receso significaría un aumento en las deudas perdidas, debilitando aún más al sector financiero en dificultades.

El gobierno habló de desarrollo de confianza, pero lo que presentó fue en realidad un timo. Si el gobierno hubiera querido realmente restaurar confianza en el sistema financiero, habría comenzado por encarar los problemas subyacentes - las estructuras deficientes de incentivos y el sistema regulador inadecuado.

¿Hubo una sola decisión aislada que, si hubiera sido revertida, habría cambiado el curso de la historia? Todas las decisiones, incluidas las de no hacer algo, como han sido muchas de nuestras malas decisiones económicas, son consecuencia de decisiones anteriores, una red interrelacionada que va desde el pasado lejano hasta el futuro. Se escuchará a algunos de la derecha apuntar a ciertas acciones del propio gobierno - como ser la Ley de Reinversión Comunitaria (CRA), que requiere que los bancos pongan a disposición dinero para hipotecas en vecindarios de bajos ingresos. (En los hechos los incumplimientos de pagos en los préstamos basados en la CRA fueron efectivamente mucho menores que en otros préstamos.) Muchos han culpado a Fannie Mae y Freddie Mac, los dos inmensos prestamistas hipotecarios, que originalmente eran de propiedad gubernamental. Pero en los hechos llegaron tarde al juego de las hipotecas de alto riesgo, y su problema fue similar a los del sector privado: Sus jefes ejecutivos tuvieron el mismo perverso incentivo para lanzarse al juego.

La verdad es que la mayoría de los errores individuales se reducen a sólo uno: la creencia en que los mercados se ajustan solos y que el papel del gobierno debiera ser mínimo. Al mirar retrospectivamente a esa creencia durante audiencias en otoño de este año en el Congreso, Alan Greenspan dijo en voz alta: “He encontrado un defecto.” El congresista Henry Waxman lo presionó, respondiendo: “En otras palabras, usted ha descubierto que su visión del mundo, su ideología, no era correcta; no funcionaba.” Ciertamente, precisamente,” dijo Greenspan. La adopción por EE.UU. - y por gran parte del resto del mundo - de esa filosofía económica defectuosa hizo inevitable que hayamos llegado al lugar en el que nos encontramos actualmente.

En la red: De como estamos en manos de incapaces y/o corruptos

Banco Santander (Optimal) auditó a Madoff en Nueva York hace un mes y volvió pensando que era un genio
El 'escándalo Madoff' ha puesto en evidencia todo el sistema de supervisión, auditoría y control de riesgos en que se supone que se basa la industria de inversión. Pero hay casos especialmente sangrantes, como los de las dos firmas que más volumen de fondos de Madoff han colocado en el mundo: Fairfield y Optimal (la filial de hedge funds del Santander). El primero tenía un equipo en Bermudas dedicado exclusivamente a la supervisión de Madoff que -a la vista está- no se enteró de por dónde soplaba el aire. Y la entidad española envió un equipo hace un mes a Nueva York para visitar al gurú, que volvió poco menos que convencido de que era un genio de la inversión.
Según fuentes bien informadas, un equipo "muy senior" de Optimal fue de viaje a la ciudad de los rascacielos para revisar en profundidad el funcionamiento de la gestora de Madoff, lo que se denomina due dilligence. En estas visitas, los inversores (Optimal) suelen examinar todo tipo de papeles, vigilan la operativa de los gestores, el control de riesgos, las auditorías e incluso la estructura societaria y los medios materiales y personales con que cuenta la firma. "Se levantan hasta las alfombras", se suele decir en el sector.
Con la legalización de los hedge funds en España (aunque fueran sui generis), las firmas que pretendían comercializar fondos de fondos hacían exhaustivas presentaciones a sus potenciales clientes en las que contaban maravillas sin cuento de su due dilligence para seleccionar los productos de su cartera. Ese proceso comprende el análisis cuantitativo (ver las cifras de rentabilidad y volatilidad, y extraer sofisticadas medidas como el ratio de Sharpe), el cualitativo (con qué estrategias se consiguen esas cifras) y el operacional (comprobar in situ cómo se llevan a la práctica estas estrategias). Según estas presentaciones, si un fondo falla en alguno de estos puntos o algo no está demasiado claro, se descarta por muy buena rentabilidad que ofrezca.
Pero del dicho al hecho hay mucho trecho, como queda demostrado en el caso de Madoff. Tan bien tenía montado el tinglado que consiguió engañar al equipo de Optimal, acostumbrado a reunirse con gestores de hedge funds todas las semanas y a analizarlos de arriba abajo. Un portavoz del Santander ni confirmó ni desmintió esta visita. Y no sólo se trata de Optimal: especialmente sangrante es el caso de Tremont, una de las firmas históricas de la gestión alternativa en el mundo, que tenía nada menos que la mitad de su patrimonio invertido con Madoff."
"Parece que todos estos requisitos y precauciones teóricos palidecían frente a las espectaculares cifras de rentabilidad de Madoff, y sobre todo de volatilidad: su rentabilidad era casi una línea recta, sin apenas meses negativos", explica un experto en gestión alternativa. Otra fuente del sector da una explicación más sangrante: "Era mucho más fácil colocar un producto con estos números que cualquier otro, y las ingentes comisiones que dejaba a los comercializadores hacían que éstos cerrasen los ojos a las cosas raras de las que todo el mundo hablaba".
Y eso que algunas de estas cosas raras eran bastante llamativas, como que Madoff no cobrara comisión de gestión, sino sólo por la operativa que los fondos generaban a su broker, o que no invirtiera su propio patrimonio en estos fondos -en contra de lo que es una práctica universal en los hedge funds-. O más llamativo todavía: que Madoff no tuviera siquiera estructura jurídica de gestora, sino de asesor de inversiones (advisor).
Por otro lado, en los últimos días hemos asistido a una ceremonia de la confusión sobre las cifras de exposición a Madoff en España, que van desde los 3.000 millones de euros hasta 107 en que ayer la cifró la CNMV. Esto se deriva principalmente de la confusión entre los productos vendidos y los comprados, lo que en el mundillo se conoce como sell side y buy side.
Así, Fairfield y Optimal eran los principales comercializadores de fondos gestionados por Madoff, con cifras de 7.300 para Fairfield Sentry y 3.000 millones de dólares para Optimal Strategic US Equity. Esas cantidades se repartieron entre clientes institucionales y privados de todo el mundo; algunos de esos clientes eran españoles, que compraban participaciones en dichos fondos bien a través de sicavs o fondos españoles, bien mediante vehículos offshore en paraísos fiscales (lo más habitual).
Así, la exposición de productos españoles onshore a Madoff puede ser relativamente pequeña: por ejemplo, el propio Fairfield ha declarado que sólo vendió 65 millones en nuestro país. Además, la CNMV se refiere sólo a exposición de fondos y sicavs españoles a seis fondos gestionados por Madoff -entre ellos los de Optimal y Fairfield-, pero no a los productos estructurados (garantizados o no) sobre dichos fondos.
Esta confusión ha llevado a pasar por alto el detalle de que el impacto potencial para las cuentas del Santander es mucho menor que para las de BBVA, pese a que Optimal tenía cuenta con Madoff y el banco de Francisco González no. Esto deriva de que Santander colocó entre sus clientes de banca privada la práctica totalidad del fondo de Optimal, salvo 17 millones de euros que invirtió por cuenta propia. En cambio, BBVA vendió a sus clientes 30 millones en participaciones directas en productos de Madoff, pero emitió productos garantizados sobre los mismos por 300 millones ,que ahora debe poner para cubrir esa garantía asumiendo la pérdida correspondiente. El Santander ha reconocido haber colocado 340 millones en estructurados, pero asegura que no tienen garantía, por lo que la pérdida deben asumirla los clientes.
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Diógenes y los Cínicos

Para ser feliz y tener libertad no se necesita nada material

Diógenes es el sabio cínico más cautivante, al punto que su figura se ha convertido en una leyenda. Vivía en un tonel. Su aspecto era descuidado y su estilo burlón. Era en extremo transgresor. Platón llegó a decir de él que era "un Sócrates que se había vuelto loco".Nació en Sínope, en la actual Turquía, en el año 413 a.C. Por cuestiones económicas fue desterrado de su ciudad natal, hecho que tomó con cierta ironía: «Ellos me condenan a irme y yo los condeno a quedarse.» Fue así que anduvo por Esparta, Corinto y Atenas. En esta última ciudad, frecuentando el gimnasio Cinosargo, se hizo discípulo de Antístenes.A partir de entonces adoptó la indumentaria, las ideas y el estilo de vida de los cínicos.

Los cínicos no estaban de acuerdo con la creencia generalizada de que para ser feliz era necesario ser saludable, rico y poderoso, porque consideraban que estas condiciones nunca pueden ser permanentes y en el transcurso de la vida cambian. Por el contrario, opinaban que cualquiera puede ser feliz porque para serlo no se necesita nada material, por lo tanto tampoco nadie puede dejar de serlo una vez que lo es.

Este singular personaje de la antigüedad, relevante por su comportamiento coherente e íntegro, que contrasta notablemente con la conducta del hombre fragmentado de nuestra época aferrado a las cosas materiales, que piensa una cosa, hace otra y dice otra; propone una forma de pensamiento práctico similar al de Sócrates, sosteniendo la hipótesis de que la moral se puede enseñar, postura contraria al estricto conocimiento teórico.

La premisa de este filósofo, como la de otros de esa época, era el retorno a lo natural y descartar lo que la conformidad con el resto de la sociedad o la conveniencia pudiera indicar; desconfiando de las ciencias y apoyando el universalismo.

Su comportamiento se asemejaba más a los sofistas que durante la etapa presocrática eran considerados personajes de gran sabiduría, cualidad que después de esa época perdieron, debido a su comportamiento especulativo e interesado para enseñar a los políticos el arte de la palabra para convencer.

Diógenes vivió en la más absoluta austeridad y criticó sin piedad las instituciones sociales. Su comida era sencilla. Dormía en la calle o bajo algún pórtico. Mostraba su desprecio por las normas sociales comiendo carne cruda, haciendo sus necesidades fisiológicas, manteniendo relaciones sexuales en la vía pública, y escribiendo a favor del incesto y el canibalismo. Se burlaba de los hombres cultos —que leían los sufrimientos de Ulises en la Odisea mientras desatendían los suyos propios— y de los sofistas y los teóricos —que se ocupaban de hacer valer la verdad y no de practicarla—. También menospreciaba las Ciencias (la Geometría, la Astronomía y la Música) que no conducían a la verdadera felicidad, a la autosuficiencia.

En una oportunidad salió a una plaza de Atenas en pleno día portando una lámpara. Mientras caminaba decía: «Busco a un hombre.» «La ciudad está llena de hombres», le dijeron. A lo que él respondió: «Busco a un hombre de verdad, uno que viva por sí mismo [no un indiferenciado miembro del rebaño].»Una vez, al ver cómo unos sacerdotes llevaban detenido a un sacristán que había robado un copón, exclamó: «Los grandes ladrones han apresado al pequeño.» Cuando necesitaba dinero para comprar comida, se lo reclamaba a alguno de sus amigos y, si éste se demoraba, le decía: «Te pido para mi comida, no para mi entierro.»
Durante un viaje en barco fue secuestrado por piratas y vendido como esclavo en Creta. Los vendedores le preguntaron para qué era hábil y él contestó: «Para mandar.» Lo compró Xeniades de Corinto y le devolvió la libertad convirtiéndolo en tutor de sus hijos.Como vivía en la vía pública, algunos jóvenes solían acercársele para molestarlo. En más de una oportunidad tuvieron que alejarse corriendo porque Diógenes los atacaba a mordiscones, como un perro. Al igual que su maestro Antístenes, Diógenes reconocía que era necesario entrenarse para adquirir la virtud, la impasibilidad y la autarquía. Y, como su maestro, tomaba como modelo a Hércules, quien vivió según sus propios valores. Se consideraba ciudadano del mundo y sostenía que un cínico se encuentra en cualquier parte como en casa.

Diógenes sólo tenía lo que llevaba puesto y se resistía a conservar algo. Es conocida la anécdota sobre su encuentro con Alejandro Magno, cuando frente a él le preguntó si podía ayudarlo; a lo que él le contestó que sí, que necesitaba que se movera pues le estaba haciendo sombra.

Murió en Corinto en el año 327 a.C. Algunos afirman que se suicidó conteniendo el aliento; otros que falleció por las mordeduras de un perro; y otros que murió como consecuencia de una intoxicación por comer carne de pulpo cruda.

El termómetro del miedo: ¿Funcionará?

No hay vuelta atrás. Bernanke descartó ayer las opciones convencionales -bajada de tipos de 0,25 ó 0,50- y decidió poner toda la carne en el asador, porque la crisis es tan grave y excepcional que no tiene sentido racionar la medicina y correr el riesgo de que el enfermo se muera. Poco más parece que puede hacer, por lo que ahora sólo queda esperar para ver si todas las medidas tomadas hasta ahora, sin precedente en la historia, surtirán efecto.

Tratamiento de choque: bajada de tipos formalmente de 75 puntos básicos, pero en realidad hasta cero, de golpe y porrazo. Y no contento con eso, anuncia que la Fed comprará masivamente deuda pública y titulizaciones hipotecarias para hacer bajar los tipos a largo plazo, que son los que importan a la economía.

La Reserva Federal quema así todas sus naves y deja al mercado, más allá de la euforia inicial de anoche, con sensaciones contradictorias. Por un lado, dan bastante miedo unas medidas tan contundentes: cómo tiene que ver las cosas Bernanke para hacer algo que jamás se había probado en la historia. Pero, por otro, dan esperanza: esto incrementa claramente las posibilidades de resolver la crisis sin que se repita la Gran Depresión de los 30.

Porque hay que recordar que los estímulos monetarios anunciados anoche se suman a los numerosos planes de estímulo puestos en marcha por la Administración Bush -cuya estrella es el famoso plan de rescate financiero de 700.000 millones- y a los que ha prometido poner en marcha Obama cuando tome posesión de su cargo el próximo mes. Si juntamos todo, tenemos el mayor paquete de estímulos, el mayor intento de reflation como dicen los anglosajones, que jamás ha visto el ser humano para salir de la crisis.

Precisamente, la ausencia de precedentes es lo que plantea más dudas. Muchos economistas siguen mostrando temor a terminar en un escenario a la japonesa, en la que ni todos los estímulos del mundo son capaces de sacar a la economía del marasmo. Todo es posible, claro, pero recuerden que el paquete puesto en marcha en EEUU es muy superior al de Japón y, además, se ha puesto en marcha en una fase mucho más temprana de la crisis. Allí, cuando los tipos llegaron a cero las cosas ya no tenían remedio.

Otro problema más lejano pero igual de importante es si los banqueros centrales del mundo están preparados para manejar una situación así. Aquí la dificultad es poner la marcha atrás cuando los estímulos estén funcionando a toda velocidad para evitar no sólo la creación de otra burbuja de crédito como la que estamos purgando, sino que se moneticen los ingentes déficits públicos en que van a incurrir los Estados. Porque si eso ocurre, la consecuencia es la hiperinflación.

No hay respuesta porque la única situación parecida fue la de los años 30, y ni siquiera entonces se adoptaron medidas tan contundentes. No queda más solución que confiar en su buen juicio cuando llegue el momento, y esperar que sean más responsables que la panda de banqueros y gestores que nos han llevado al hiperapalancamiento y a la quiebra del modelo actual. La suerte está echada.
Publicado en El Economista

En la red: Quemar las naves

Editorial de hoy en El País
La Reserva Federal agota su margen con los tipos y lanza una política para crear inflación
La Reserva Federal de Estados Unidos (FED) tomó ayer una decisión sin precedentes. Bajó el tipo de interés de referencia, situado en el 1%, hasta una banda de entre el 0% y el 0,25%. Semejante decisión tiene varias e importantes implicaciones. La primera es que la gravedad de la recesión económica estadounidense es tan intensa que Ben Bernanke se ha decidido por una receta arriesgada y coherente con su diagnóstico de que el peligro mayor es la deflación y, por tanto, no importa inundar el mercado de dinero porque el riesgo de inflación en una situación financiera tan grave es irrelevante. Frente a los economistas que le recuerdan lo difícil que es volver a encerrar al genio de la inflación una vez que ha salido de la lámpara, la Fed entiende que cortar de raíz cualquier atisbo de recesión continuada es esencial y prioritario.

La profundidad del ajuste de tipos se mide por la diferencia con las expectativas. Los mercados esperaban una reducción de hasta el 0,5%, pero finalmente cae incluso por debajo del 0,25%. El hecho de que no se vaya a un tipo único, sino que se permita una banda de entre el 0% y el 0,25%, indica que la Fed admite algún tipo de discriminación entre entidades. Además, significa que la política monetaria estadounidense se coloca en una situación sin precedentes -nunca el coste del dinero había estado tan bajo- como respuesta al excepcional grado de "deterioro de las condiciones del mercado", según explica la institución.

La Fed se ha implicado a fondo en el combate contra la depresión y la temida deflación. Tanto que la decisión de ayer equivale a quemar las naves de la política monetaria. La Reserva Federal se queda sin margen de maniobra para bajar más los tipos en el futuro, se instala definitivamente en un escenario de tipos reales negativos y demuestra que confía ciegamente en una estrategia de recuperación del crédito para frenar el pánico a la depresión. Parece un riesgo calculado, puesto que en Estados Unidos el consumo representa el 75% del PIB.
Ahora, la cuestión es si Bernanke aumentará la base monetaria en circulación, es decir, fabricará más inflación imprimiendo más dinero. La respuesta es que el presidente de la Fed parece dispuesto a todo, a llegar más lejos que nunca para alejar el fantasma de la depresión. La decisión de ayer es la prueba más contundente.

En la red: Los chanchullos contables de las inmobiliarias

A estas alturas de partido muchos se preguntarán, entre otras cosas, el porqué de la complicidad entre todos los actores implicados en este gran follón, que es la crisis inmobiliaria, en el que nos encontramos metidos y del que vemos una complicada salida a corto y medio plazo. Las cuestiones retumban en las conciencias de los afectados. A saber:
  1. ¿Quién decidía las operaciones inmobiliarias en las entidades financieras; el departamento de riesgos o el área comercial?
  2. ¿Quién decidía en el Banco de España sobre la necesidad o no de tomar medidas respecto la excesiva concentración de riesgos de la banca en el sector inmobiliario?; ¿fallaron los inspectores o quienes recibieron la información de éstos?
  3. ¿Quién decidía en la CNMV sobre la información a requerir y a ofrecer acerca de las numerosas operaciones de compañías citizadas relacionadas con el sector inmobiliario?; ¿de qué información se nutren todas estas entidades y profesionales?
  4. ¿Además de la información suministrada por auditores y tasadores, no eran suficientes todos los datos recogidos sobre el propio terreno que advertían de lo que se avecinaba?

Visto así, parece como si todo fuera un problema de falta de información, análisis de ésta o de, como parece más probable, no querer hacer caso a lo que todos los indicadores apuntaban. Esto ha sido como si, circulando con nuestro maltrecho coche, se encienden, a la vez, las señales de cambio de aceite, falta de gasolina y excesiva temperatura del motor y, tras ver estas alertas, fuéramos a un taller para… reparar un par de arañazos y pintar de nuevo el vehículo para continuar el viaje. Como si del Lute se tratara: “camina o revienta”.

¡A ver si ahora todo se va a reducir a un problema de información!

Es cierto que las empresas inmobiliarias han tenido siempre sus “manías contables” como, por poner un ejemplo, las siguientes:

En cualquier compra de suelos destinados a ser desarrollados en el futuro, era práctica habitual lo siguiente:

  1. Contabilizar como existencias a corto plazo los activos inmobiliarios, aun a sabiendas de que esos activos no generarían riqueza para la sociedad hasta bien cerrados unos cuantos ejercicios contables más. ¿Quién no habrá hecho esto con suelos cuyos tiempos de desarrollo son a largo plazo?
  2. La deuda contraída para financiar la adquisición de estos activos, por supuesto, ahora sí tocaba ser contablemente ortodoxos, se contabilizaba como un pasivo a largo plazo.
  3. El resultado de 1+2, en este caso concreto, era el ofrecer una imagen de la sociedad que no se correspondía con la realidad. Estaríamos ante una empresa mucho más solvente de lo que en realidad era. Es lógico: aparentemente podríamos generar liquidez con nuestros activos a corto plazo mientras que no nos exigirán cumplir con nuestras deudas hasta más adelante.


Otra práctica habitual era (ya no es posible con la modificación del Plan General de Contabilidad en España) el adelantar en el tiempo el reconocimiento de los beneficios empresariales. Hasta el ejercicio pasado se podía reconocer el resultado contable de una promoción inmobiliaria una vez que ésta se encontraba desarrollada sustancialmente (el PGC hablaba del 80% de avance de la misma). Esto facilitaba el acomodar el resultado contable al antojo de la dirección de la empresa. El “80% de desarrollo de la promoción” admitía una gran flexibilidad. Servía:

  1. En el caso de una sociedad cuyas acciones cotizaran en un mercado organizado, para dar una imagen de fortaleza ante el mercado, lo que siempre suponía buena noticia ante los accionistas.
  2. En el caso de sociedades no cotizadas, lo que se conseguía era capitalizar “ficticiamente” un balance al que le sobraba algún que otro kilo de deuda bancaria. Puro “marketing contable”. De esta forma, cualquier ratio financiero que tuviera en su cociente la partida de “Fondos Propios”, mejoraba notablemente. Eso sí, esta práctica tenía un único “pero” para la sociedad pero que, por otro lado, beneficiaba al Estado: Hacienda ingresaba, por anticipado, el 35% de estos beneficios. Se trataba de un coste que, en épocas de bonanza, se asumía sin excesivo dolor. Vaya, vaya.


Ahora bien, lo expuesto anteriormente, no pasaba de ser puro maquillaje barato ante cualquier análisis medianamente serio de las cuentas de estas sociedades. Esto que se hacía en el inmobiliario, se llamaría de cualquier otra forma mucho más censurable en cualquier otro sector empresarial. En todos los sitios cuecen habas. Quien de verdad quería saber cuál era la verdadera situación de una sociedad, sabía qué documentación pedir y qué datos escudriñar. Otra cosa es que lo hiciera. Había muchas empresas que no practicaban estas artes y otras muchas que las practicaban de una forma más abusiva que la expuesta anteriormente. Por supuesto, no se puede generalizar. Tan sólo he tratado de ofrecer una idea de cómo se podía vestir la realidad contable de las empresas inmobiliarias pero, como bien sabemos, aunque se vista de seda, mona se queda.

Lo más importante de todo esto es que no creo que, quien necesitara saber cuál era la situación exacta de una empresa en concreto, no pudiera hacerlo sin mayores problemas. Con esto trato de responder a una de las cuestiones planteadas al principio del artículo. Las entidades financieras sabían perfectamente cuál era la situación de las empresas a las que prestaban millones y millones de euros. El promotor que no paseara un balance con un endeudamiento bancario equivalente a seis, siete o más veces el importe de sus Fondos Propios, no era nadie. Le vendían la idea de que estaba dejando escapar la oportunidad de multiplicar sus beneficios empresariales más allá de lo que nunca hubieran imaginado. En realidad, lo que nunca hubieran imaginado era la ruina en la que se estaban metiendo.

Estoy seguro de que, tanto el Banco de España (tengo buenas referencias del serio y exhaustivo trabajo que realizan los inspectores de este organismo analizando los riesgos de las entidades financieras españolas) como la CNMV, se surtían de los mejores datos necesarios para tener una visión realista de la situación en cada momento.

Por tanto, si la información era buena, ¿qué es lo que ha pasado aquí? Sinceramente, no lo sé. Lo que sí tengo claro es que aquí todo el mundo sabía dónde estábamos hace dos años, el año pasado y ayer mismo. Otra cosa bien distinta es que no se hayan querido, o podido, tomar las decisiones que requería la situación de los mercados en cada momento.

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"Mileuristas" de Grecia

por Miguel Ángel Bastenier - El País
Sólo que en Grecia son setecientoseuristas, como corresponde a una renta per cápita menor en un 20% o 25% a la española. La intifada de la juventud griega, armada de piedras y palos, y con un principio de organización urbana, lo es fundamentalmente de colegiales adolescentes y estudiantes de universidad, no de los famosos antisistema, o ese saco indefinido en el que todo cabe de extrema izquierda, quienes aunque se hayan sumado a la algarada no constituyen su masa de maniobra.

Grecia es uno de los eslabones más débiles de una Europa incomparablemente más rica que el resto del planeta, pero donde, precisamente por ello, una torcedura de las expectativas de bienestar puede causar el estallido social de estos últimos días. Se trata de una protesta protagonizada, según los testigos de mayor confianza, por jóvenes de respetable procedencia, que deberían estar próximos a integrarse en el mercado de trabajo y no saben cómo hacerlo, y de los que precariamente ya lo están, y se sienten profundamente insatisfechos por ello. Los setecientoseuristas.

No figuran en sus filas los inmigrantes, a pesar de que un quinto de la fuerza de trabajo lo constituyen extranjeros recientemente llegados al país, ni sus hijos, como en la revuelta de la banlieue francesa, que reclaman sus derechos nacionales a parte entera. El fenómeno carece en Grecia -como en España- de la solera suficiente para que haya una segunda o tercera generación de proto-marginados. Es una revuelta de los que se consideran propietarios del país, a los que nadie, sin embargo, ha informado de que con la globalización -y aún más, con la crisis- ya nadie es propietario de nada, y de que los empleos se deslocalizan al mejor postor. Es, por ello, también una jacquerie de antiguo régimen, de quienes creen en su derecho a ocupar una confortable casilla en la sociedad.

A esa situación europea, sobre la que gravitan factores externos y comunes a otros países de la UE, se suman elementos específicos de Grecia, al que se ha llamado "el país de la democracia que nunca creció"; el que, tras la conflagración mundial, sufrió en 1945 una guerra civil entre derechas e izquierdas, muchos de los primeros, colaboracionistas, y de los segundos, resistentes a la ocupación alemana; que ha desarrollado una democracia tan frágil que, en 1967, la disputa por Chipre con Turquía fraguó en golpe militar; que al restablecimiento de la democracia en 1974 chapoteaba entre la corrupción y el despilfarro; que organizó unos Juegos Olímpicos en los que se enterraron 10.000 millones de euros para crear una apariencia de modernidad, pero que fueron también combustible para el megafraude; y que está hoy gobernado por el partido de la derecha, Nueva Democracia, que dirige Kostas Karamanlis, vencedor en las elecciones en 2004, tras 20 años de inepto Gobierno socialista, y ganó de nuevo en 2007, pero con sólo un escaño de mayoría, y que es largamente inoperante en la lucha contra una corrupción, que había prometido erradicar.

Pero todo ese caldo de cultivo nacional, fermenta con la crisis económica y un difuso malestar europeo; lo que en Francia llaman le malaise; en Gran Bretaña, nada, porque no les molesta; y en España, pasar de todo. Desde el ingreso de Europa del Este en la UE, tan legítimo como inevitable, hay un perceptible decaimiento del euroentusiamo, doblado por un gripage de las instituciones, convertidas, como dice el ministro español de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, en "fábrica de consensos"; tantos, que sus aspiraciones son cada día más limitadas, hasta expresarse como el menor común denominador de todas las frustraciones, y adoptar la forma de referendos que hay que repetir aquí y allá, porque todos tienen su opting out pensado para que la comunidad le haga una rebaja.

Esa Europa, que pese a todo es la mejor que tenemos y de la que no hay que desesperar, se encarna en la conmoción que hoy vive Grecia, porque es uno de los países donde están peor soldados los flejes del futuro. Los sublevados no son por ello enemigos de Europa, sino que seguramente su protesta se debe a que exigen mucha más de la que hay, pero sí escenifican un cansancio de todo el continente, aunque la causa formal del tumulto haya sido la muerte de un niño de 15 años a disparos de la fuerza pública. ¿Puede alguien asegurar que el desmán griego carece de elementos de atracción simpática en otras latitudes? Señalar es muy feo.