Reportaje Gráfico
domingo, 4 de enero de 2009
SMS from Mads Gilbert (Norwegian Dr.Med.) in Gaza
Today at 19:08
Reportaje Gráfico
"Thanks for all your support... They bombed the central vegetable market in Gaza city [this afternoon]. 80 injured, 20 killed. All were brought here to Shifa, Hades [hospital]! We're wading in death, blood and amputations. Pregnant woman. I've never experienced anything as horrible as this. We can hear tanks now. Please tell, pass on, shout it out. Everything. DO SOMETHING! DO MORE! We're living the history books at present, all of us!"
Reportaje Gráfico
Gaza: crimen y vergüenza
No es una guerra, no hay ejércitos enfrentados. Es una matanza.
No es una represalia, no son los cohetes artesanales que han vuelto a caer sobre territorio israelí sino la proximidad de la campaña electoral lo que desencadena el ataque.
No es la respuesta al fin de la tregua, porque durante el tiempo en el que la tregua estuvo vigente el ejército israelí ha endurecido aún más el bloqueo sobre Gaza y no ha cesado de llevar a cabo mortíferas operaciones con la cínica justificación de que su objetivo eran miembros de Hamas. ¿Acaso ser miembro de Hamás despoja de condición humana al cuerpo desmembrado por el impacto del misil y al supuesto asesinato selectivo de su condición de asesinato sin más?
No es un estallido de violencia. Es una ofensiva planificada y anunciada hace tiempo por la potencia ocupante. Un paso más en la estrategia de aniquilación de la voluntad de resistencia de la población palestina sometida al infierno cotidiano de la ocupación en Cisjordania y en Gaza a un asedio por hambre cuyo último episodio es la carnicería que en estos días asoma en las pantallas de nuestros televisores en medio de amables y festivos mensajes navideños.
No es un fracaso de la diplomacia internacional. Es una prueba más de complicidad con el ocupante. Y no se trata sólo de Estados Unidos que no es referencia moral ni política sino parte, la parte israelí, en el conflicto; se trata de Europa, de la decepcionante debilidad, ambigüidad, hipocresía, de la diplomacia europea.
Lo más escandaloso de lo que está pasando en Gaza es que puede pasar sin que pase nada. La impunidad de Israel no se cuestiona. La violación continuada de la legalidad internacional, los términos de la Convención de Ginebra y las mínimas normas de humanidad, no tiene consecuencias. Más bien, al contrario, parece que se premia con acuerdos comerciales preferentes o propuestas para el ingreso de Israel en la OCSE. Y qué obscenas resultan las frases de algunos políticos repartiendo responsabilidades a partes iguales entre el ocupante y el ocupado, entre el que asedia y el asediado, entre el verdugo y la víctima. Qué indecente la pretendida equidistancia que equipara al oprimido con su opresor. El lenguaje no es inocente. Las palabras no matan pero ayudan a justificar el crimen. Y a perpetuarlo.
En Gaza se está perpetrando un crimen. Lleva tiempo perpetrándose ante los ojos del mundo. Y nadie podrá decir, como en otro tiempo se dijo en Europa, que no sabíamos.
José Saramago, Teresa Aranguren, Belén Gopegui y otros, Público
Marx ha vuelto
Si las previsiones para 2009 se cumplen, es muy probable que, entre el empobrecimiento de la clase media, el paro creciente y el aumento de la conflictividad social comience a hablarse, más que de fallos en el sistema, de la misma quiebra del capitalismo. Y es que, si la crisis se hace más profunda, la vuelta de Marx será inevitable. De momento, El Capital está vendiendo mucho más desde que comenzó a hablarse de las hipotecas basura, sus obras son invocadas en ámbitos académicos y los partidos de izquierda ya no tienen reparos a la hora de pronunciar su nombre en voz alta. En España, el Partido Comunista vuelve a regir IU justo en el instante en que nace un partido anticapitalista (Izquierda Anticapitalista); en Francia hay un giro a la izquierda en el Partido Socialista mientras que Olivier Besancenot, el líder troskista, continúa siendo la figura más popular más allá del PSF; en Alemania, Marx es reivindicado de nuevo en la política cotidiana; y en Grecia, un buen número de anticapitalistas han tenido papel preponderante en las revueltas.
Aunque, en realidad, afirma Augusto Zamora, profesor de Derecho internacional público en la Universidad Autónoma de Madrid y embajador de Nicaragua en España, no podía afirmarse que Marx hubiera dejado de estar entre nosotros. “Marx siempre ha sido muy estudiado: desde las facultades de economía japonesas hasta las universidades británicas o alemanas, a Marx se le tiene por un gran teórico, sin el cual es imposible explicar nuestro mundo. Lo que sucede es que antes se le había relegado a un rincón poco visible del salón mientras que ahora, con la crisis, se le ha vuelto a situar en el centro de la estancia”. Así, Marx está dejando de ser una referencia sólo utilizable en los ámbitos docentes para convertirse de nuevo en un nombre vivo para la política cotidiana.
Y ese giro marxista se nota especialmente en que la izquierda está volviendo a los postulados materialistas, en desuso últimamente, como lugar central de sus políticas. En los últimos años, el apoyo a las minorías, las luchas ecologistas y las cuestiones morales (aborto, bodas gays, etc.) se convirtieron en el núcleo de las acciones de izquierda en detrimento de la clase obrera, sus reivindicaciones salariales y el horizonte de otro modelo estatal. En ese viraje influyó, según Zamora, la desorientación producida en las filas izquierdistas tanto por la consolidación del Estado de Bienestar y de las clases medias que aparejaba (lo que dejaba sin lugar al proletariado) como la desaparición de la URSS (lo que le dejaba sin modelo alternativo).
Y en la búsqueda de una nueva identidad, la izquierda perdió pie: “Los socialdemócratas dejaron de diferenciarse de la derecha, convirtiéndose en opciones políticas muy similares” y quienes estaban un paso más a la izquierda “no supieron adaptarse a las nuevas realidades sociales”. En ese contexto, las cuestiones postmateriales se convirtieron en una salida sencilla del atolladero. La crisis, sin embargo, está obligando a resituar las cuestiones económicas en el centro de las propuestas y reivindicaciones de la izquierda. Según Zamora, “es inevitable que Europa piense de nuevo en lo material; Quizá ya no tengamos proletariado pero sí una gran masa de jóvenes condenados a una vida precaria que hacen imprescindible un nuevo modelo de redistribución de la riqueza”.
La nueva cuña anticapitalista
En ese contexto, el término “anticapitalista” está resurgiendo con enorme fuerza. Lo que supone un indicador muy evidente, según Carlos Fernández Liria, profesor de Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid y autor de Educación para la ciudadanía, (ed. Akal), de que la izquierda está girando hacia Marx. Es por esa misma razón que el nuevo partido político, Izquierda Anticipalista (IA), “está teniendo una aceptación muy sorprendente”.
Un hecho que podría explicarse, sin duda, por la timidez ideológica de la IU de los últimos años: “Desde la dirección de Anguita, IU no ha tenido una postura anticapitalista clara; ha preferido pactar con el PSOE y con Prisa, lo que consiguió que sus votantes naturales se abstuvieran o les apoyaran a regañadientes”. Y como, en lugar de afirmarse en sus ideas, “ha optado por hacer el juego al sistema”, es normal que haya otros jugadores que traten de arrebatarle el lugar que le era propio. Pero ese pequeño éxito inicial también viene causado porque “muchos intelectuales de izquierdas, que han estado marginados y que no sabían con qué alternativa quedarse, han depositado en el nuevo partido esperanzas muy importantes”.
Aunque desde una posición ideológica diferente, también percibe Jorge Verstrynge, profesor de Ciencia Política de la Universidad Complutense de Madrid, esa necesidad de que la izquierda recobre su posición en el panorama político. En ese sentido, Verstrynge señala cómo la renuncia de la izquierda a sus postulados básicos la ha llevado a tener “una terrorífica responsabilidad en la situación actual. Los partidos de izquierda aceptaron que los salarios perdiesen poder adquisitivo y estuvieron de acuerdo con las políticas de privatización masiva. Y ahora nos encontramos con que hemos entregado todas las palancas de las que disponía el Estado para hacer frente a crisis como la presente”.
Una vez asentado cierto consenso sobre la necesidad de que regresen las cuestiones materiales al centro de la escena, hay que ver cómo se articulan esas nuevas opciones y a qué escenarios nos llevan: porque no es lo mismo que regrese Marx que lo haga el Estado soviético; no es lo mismo que se pretenda regresar a postulados comunistas clásicos o que se traten de impulsar nuevas prácticas a partir de la vieja teoría. En primera instancia, hay quienes aseguran que todo este movimiento no irá más allá de la recuperación de algunas recetas de corte keynesiano, ligadas al clásico Estado del bienestar.
¿Sin alternativas al Capitalismo?
En ese terreno se mueve Verstrynge, quien asegura que “hoy no parece haber alternativa al capitalismo, a excepción del caso de Chávez, que no es fácilmente aplicable en Europa”. Por eso, sus recetas, y más en una situación de crisis como la presente, consistirían en “la utilización de instrumentos públicos para forjar el empleo y relanzar la máquina; en acabar con los paraísos fiscales; en volver a la circulación regulada de capitales; en crear una potente banca pública y en el regreso a políticas proteccionistas”. Eso sí, los postulados keynesianos ya no podrían llevarse a cabo desde territorios estrictamente nacionales. Verstrynge coincide con Emmanuel Todd, quien acaba de proponer en su obra Àpres la democratie, “la conversión de Europa en una fortaleza comercial, desconectándola de la economía de EEUU. Y de la británica”.
Fernández Liria señala que la izquierda del futuro cercano será claramente anticapitalista y que, además, habrá perdido cierto complejo antiestatalista que la animó en los últimos años. Desde esa perspectiva, Liria dice tener esperanzas “en cuanto a la posibilidad de la refundación de la izquierda, porque si bien la crisis va a ser un desastre sin referentes, percibo una gran madurez que no existió en los años siguientes al 68, donde se confundieron de enemigo. El problema no es el Estado de derecho sino el capitalismo. Es éste el que hace imposible el derecho y la democracia, el que vuelve abyecto al Parlamento, el que vuelve inoperantes y contraproducentes las instituciones”. Es en ese sentido que Fernández Liria afirma que “las tendencias anarquistas me parecen muy peligrosas porque su reacción contra las instituciones coincide punto por punto con el discurso neoliberal”.
Una vez asentado cierto consenso sobre la necesidad de que regresen las cuestiones materiales al centro de la escena, hay que ver cómo se articulan esas nuevas opciones y a qué escenarios nos llevan: porque no es lo mismo que regrese Marx que lo haga el Estado soviético; no es lo mismo que se pretenda regresar a postulados comunistas clásicos o que se traten de impulsar nuevas prácticas a partir de la vieja teoría. En primera instancia, hay quienes aseguran que todo este movimiento no irá más allá de la recuperación de algunas recetas de corte keynesiano, ligadas al clásico Estado del bienestar.
¿Sin alternativas al Capitalismo?
En ese terreno se mueve Verstrynge, quien asegura que “hoy no parece haber alternativa al capitalismo, a excepción del caso de Chávez, que no es fácilmente aplicable en Europa”. Por eso, sus recetas, y más en una situación de crisis como la presente, consistirían en “la utilización de instrumentos públicos para forjar el empleo y relanzar la máquina; en acabar con los paraísos fiscales; en volver a la circulación regulada de capitales; en crear una potente banca pública y en el regreso a políticas proteccionistas”. Eso sí, los postulados keynesianos ya no podrían llevarse a cabo desde territorios estrictamente nacionales. Verstrynge coincide con Emmanuel Todd, quien acaba de proponer en su obra Àpres la democratie, “la conversión de Europa en una fortaleza comercial, desconectándola de la economía de EEUU. Y de la británica”.
Fernández Liria señala que la izquierda del futuro cercano será claramente anticapitalista y que, además, habrá perdido cierto complejo antiestatalista que la animó en los últimos años. Desde esa perspectiva, Liria dice tener esperanzas “en cuanto a la posibilidad de la refundación de la izquierda, porque si bien la crisis va a ser un desastre sin referentes, percibo una gran madurez que no existió en los años siguientes al 68, donde se confundieron de enemigo. El problema no es el Estado de derecho sino el capitalismo. Es éste el que hace imposible el derecho y la democracia, el que vuelve abyecto al Parlamento, el que vuelve inoperantes y contraproducentes las instituciones”. Es en ese sentido que Fernández Liria afirma que “las tendencias anarquistas me parecen muy peligrosas porque su reacción contra las instituciones coincide punto por punto con el discurso neoliberal”.
Y, por último, hay quienes piensan que de esta crisis saldrá una nueva izquierda, alejada tanto de los parámetros socialdemócratas como del marxismo clásico. Según Carlos Prieto del Campo, de la Universidad Nómada, director de la colección Cuestiones de Antagonismo, de la Editorial Akal, “los cambios en IU y el nacimiento de IA son interesantes, pero no creo que sean expresiones de lo que la izquierda va a construir en los próximos 20 años. El proceso de refundación va a ser va a ser mucho más radical”. Para Prieto, es esencial repensar las bases teóricas de la izquierda para darlas una formulación mucho más acorde con nuestra época.
Así, la puesta en marcha de formas de acción reales pasa por “una nueva lectura de cómo funciona el capitalismo; por pensar espacios de actuación europeos y no nacionales; por un nuevo sindicalismo que identifique las nuevas formaciones de clase, con las cuencas de trabajo migrante, precario, cognitivo, etc., no representado por las grandes centrales sindicales… Se van a crear nuevas escenarios de lucha que sorprenderán al establishment”.
Esteban Hernandez en El Confidencial
La felicidad en un mundo hecho trizas
Algunos aún nos tachan de locos pero la felicidad, como aspiración fundamental del ser humano, cada día gana más y más adeptos... y además de ser posible es que no nos queda otra... Lo dicho, el futuro es nuestro...
TIMOTHY GARTON ASH - El País
Feliz año nuevo? Están de broma. El año 2009 empezará con un gemido y luego irá a peor. Millones de personas han perdido ya su trabajo en todo el mundo por la primera verdadera crisis globalizada del capitalismo. Decenas de millones más lo perderán pronto. Los que tengamos la suerte de seguir trabajando nos sentiremos más pobres e inseguros. Para celebrar su Premio Nobel de Economía, Paul Krugman nos anuncia meses de "infierno económico". Gracias, Paul, y feliz año nuevo para ti también.
...Una tercera toma de conciencia fundamental, pues, es la que debemos hacer al revisar las pautas por las que nos guiamos. ¿Cuánto más dinero, cuántas más cosas necesitamos? ¿Es lo mismo tener suficiente que tener demasiado? (No, dicen los anunciantes al unísono). ¿Podríamos arreglárnoslas con menos? ¿Qué es lo verdaderamente importante para usted? ¿Qué contribuye más a su felicidad individual?
Lo crean o no, existe ya todo un subcampo académico de estudios sobre la felicidad. El economista Richard Layard ha escrito un interesante libro llamado Happiness: Lessons from a New Science (Felicidad: lecciones de una nueva ciencia). ¿Es a lo que se refería Nietzsche al hablar de la gaya ciencia?
Un estudioso holandés, Ruut Veenhoven, ha creado una base de datos mundial de la felicidad, con clasificaciones nacionales. Sus resultados aparecieron en una página web de California bajo el título "Canadá derrota a Estados Unidos en el índice mundial de la felicidad". Por lo visto, ha aparecido otra clasificación, con un "mapa mundial de la felicidad", en la Universidad británica de Leicester. Dinamarca ocupa el primer puesto en ambas. Existe incluso una publicación, el Journal of Happiness Studies (el editor debe de reírse mucho cuando va al banco).
Se piense lo que se piense sobre el valor real de este tema -perdón, ciencia-, pueden pasar un buen rato si buscan páginas sobre ello en Internet y tratan de averiguar cuánto es inventado. Pero, en serio, estas decisiones dependen, en parte, de los ciudadanos de clase media en los países ricos.
Es evidente que el planeta no puede sostener a 6.700 millones de personas que vivan como lo hace la clase media actual en Norteamérica y Europa occidental, ni mucho menos los 9.000 millones previstos para mediados de siglo.
O excluimos a una gran parte de la humanidad de los beneficios de la prosperidad, o nuestra forma de vida tiene que cambiar.
El lema con el que casi todos nuestros líderes políticos y económicos comienzan 2009 es "recuperar el crecimiento económico, cueste lo que cueste". Como la tripulación de un velero en una tormenta, sólo quieren mantenerlo a flote y avanzar en alguna dirección, la que sea.
Sin embargo, incluso cuando estemos en lo peor de la tormenta, que todavía no ha llegado, debemos mirar con atención el rumbo que estamos emprendiendo. Para eso son necesarios líderes de primera categoría, pero también unos ciudadanos que exijan unos líderes así. ¿Me alegraría personalmente de tener que hacer los cambios de modo de vida que serían necesarios? Casi seguro que no. Pero, al menos, me gustaría saber cuáles serían.
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