martes, 16 de diciembre de 2008

Europa deja solo al trabajador

¿Europa es sólo un mercado o es también un espacio de protección social? ¿Las relaciones laborales deben establecerse entre el trabajador de manera individual y el empresario como si tuvieran igual capacidad para negociar o deben fijarse de manera colectiva? ¿Las leyes laborales deben ser sólo estatales o también europeas?

Todas estas cuestiones son las que están en el fondo del debate que estos días se dilucida en el Parlamento Europeo y que va a poner en tensión las fuerzas políticas. El incierto resultado de la votación de mañana -se requiere mayoría absoluta y las posturas están muy ajustadas- marcará también el camino futuro que emprenderá la Unión. Y, de manera especial, la participación y el debate de las próximas elecciones europeas
de junio de 2009.

La piedra de toque es la discusión sobre la duración máxima de la jornada laboral, que actualmente es de 48 horas semanales. Si prosperan las tesis liberales que impulsan el Reino Unido y sus aliados, los nuevos países del antiguo bloque comunista, hoy se impondrá la llamada "libertad de opción", que implica que la duración del tiempo de trabajo la pactarán "libremente" el empresario y el trabajador, y la jornada se podrá alargar hasta las 60 o 65 horas según los casos.
"Con esto renace la idea de que el contrato de trabajo será un acuerdo entre el trabajador y el empresario", advierte Alejandro Cercas, eurodiputado socialista español, ponente de la directiva, quien ha organizado la defensa de los derechos laborales desde la trinchera del Parlamento Europeo. Cercas asegura que si se generaliza la exclusión voluntaria, "no habrá leyes, no habrá convenios, y será el fin de los sindicatos". "Esto es sólo la punta del iceberg. Empezamos por la jornada y luego vendrán los salarios y los demás derechos laborales", advierte.

En su opinión, la desregulación laboral supone dinamitar los principios del primer convenio internacional sobre las condiciones de trabajo. Cuando se creó la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en 1919, estableció la jornada laboral de un máximo de ocho horas y la semana laboral de 48 horas.

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La historia reciente se remonta a 1993, cuando la UE aprobó una directiva que, por primera vez, estableció el máximo de 48 horas de trabajo a la semana, y definió los tiempos de descanso y vacaciones. El Gobierno de John Major obtuvo el opting out o exclusión voluntaria por un periodo temporal de 10 años. Los resultados que ha arrojado en el Reino Unido son ilustrativos: más de 3,2 millones de trabajadores trabajan más de 48 horas, de los que cerca de medio millón trabaja más de 60 horas.

Un estudio de la Comisión Barnard, Deakin y Hobbs, de la Universidad de Cambridge, ha puesto de relieve el alargamiento de la jornada laboral y sus efectos sobre la salud de los trabajadores tras la aprobación del opting out individual en el Reino Unido. La tasa de trabajadores con horarios de más de 48 horas semanales se eleva al 17%, aunque es superado por Grecia (32%) y Polonia (23%).

Una investigación realizada por encargo de los sindicatos británicos TUC indica que quienes "trabajan más de 60 horas semanales, y quizá más de 50, tienen un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular". El mismo trabajo refleja que "el exceso de jornadas superiores a las 48 horas, reduce la satisfacción laboral y aumenta significativamente el riesgo de problemas de salud mental".

En el conjunto de la Unión, las largas jornadas laborales son un fenómeno predominantemente masculino, con una tasa que llega al 29% de la población ocupada, el doble que las mujeres. En este sentido, la Confederación Europea de Sindicatos (CES) señala que "volver a jornadas laborales largas e insalubres, así como a una división tradicional del trabajo entre hombres y mujeres, obstaculizaría la plena participación de éstas en el mercado laboral y tendría una influencia negativa en los jóvenes padres a la hora de tratar de conciliar el trabajo con la vida familiar".

El CES y otras organizaciones sindicales europeas han convocado para hoy una manifestación en Estrasburgo en la que participarán miles de sindicalistas de toda Europa y que reproduce el clima de malestar laboral que ya se suscitó con la directiva de servicios, conocida también como directiva Bolkestein, por el nombre del comisario que la promovió, y que muchos asocian al rechazo de la Constitución europea en Francia.

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El pulso se verá mañana en el pleno del Parlamento. Para evitar que se rompa el tope de 48 horas y la semana laboral pueda alargarse hasta las 65, es preciso que prospere alguna de las enmiendas presentadas, lo que requiere la mayoría absoluta, equivalente a 393 votos. Las encuestas están muy ajustadas, pendientes de 15 o 20 votos.

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En su intervención ayer, Cercas subrayó: "Tenemos ante nosotros una oportunidad para conectar con las preocupaciones de nuestra ciudadanía". "Europa no es un oscuro laberinto de egoístas ilustrados ni políticos sin corazón y no estamos sordos ni mudos. Al contrario, nuestros ciudadanos verán que sabemos poner los derechos de la mayoría por delante de la codicia y el desvarío de unos pocos ideólogos de la extrema desregulación".


Andreu Missé “El País”

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