lunes, 22 de diciembre de 2008

España mirando a Grecia



Uy, uy, uy... Se lo están viendo venir y ya están preparando el ambiente para que la represión sea dura, dura, dura que hubiese dicho el otro

A menudo Grecia ha hecho grandes favores involuntarios a España, al permitirnos quedar penúltimos en rànkings europeos. De no existir Grecia, habríamos sido el farol de cola. Gracias. Ahora la comparación entre ambos Estados ha saltado en forma de mentís. A preguntas de un periodista, Zapatero consideró que “no hay razones para que haya en España disturbios como los que se registran en Grecia”.

Muy poco antes de las declaraciones de Zapatero, un dirigente del PSOE me había manifestado que dos miembros de la Ejecutiva del PSOE, uno de ellos Pepe Blanco, le habían dicho todo lo contrario. Temían que se produjesen aquí disturbios como los griegos.

Una pequeña y nada científica encuesta personal entre otros políticos y algún dirigente policial, me indicó que existía más coincidencia de criterios con Zapatero que con Blanco. Pero nadie estaba dispuesto a jurar nada.

A pesar de infinitas diferencias, entre España y Grecia también hay similitudes. Una de ellas es la existencia de sendas izquierdas extremas, sin parangón en la Europa más avanzada. Ambas fueron la vanguardia en la creación del Partido de los Comunistas Europeos que luego atenuó su nombre, pero no su contenido.

En ambos Estados hubo también guerras de civiles con protagonismo comunista. Yendo al presente, vemos como el Partido Comunista de España, el de Grecia y el de los Comunistas Catalanes participaron, en noviembre del 2006, en un encuentro comunista internacional en Lisboa. Estaban invitadas las FARC colombianas y el partido comunista de Corea del Norte. Fue el cénit de la dureza carpetovetónica.

En Grecia y en España, hay una juventud dejada de la mano de Dios. Una de las causas es un profesorado impregnado de constructivismo (Jean Piaget) y de socioconstructivismo (Lev Vygotski, el referente pedagógico soviético de los tiempos de Stalin). Los profesores que tienen otros y mejores criterios quedan sumergidos en un desorden ideológico absurdo, que explica el analfabetismo funcional, a su vez hijo de una enseñanza hace aguas en todos sus niveles. Ello favorece más la revuelta que la integración social y laboral.

El resultado se puede apreciar en el informe PISA de la OCDE y en locura que representa el rechazo irracional del Plan Bolonia. La existencia de juventudes mal acompañadas educativamente, en el seno de sociedades con grandes carencias de cohesión social, no implica necesariamente una explosión social. Pero es un factor de riesgo.

Otro elemento griego y español es la corrupción política, muy grande entre nosotros y monumental en Grecia. Es el país del “fakelaki”, el pequeño sobre, lleno de dinero, sin el cual los servicios públicos más elementales dejan de estar al alcance.

En ambos Estados hay también un substrato cultural marcado por un pasado de grandeza que contrasta con un presente menos glorioso. Raramente la añoranza de un pasado idealizado produce ponderación y respecto por la discrepancia. En Francia se dio este fenómeno hasta hace muy poco. Uno de los grandes méritos de Nicolas Sarkozy ha sido substituirlo por más realismo.

Los factores ideológicos e históricos tienen su peso, diría Max Weber. Pero sin olvidar los económicos, replicaría Karl Marx.

En el caso de otra gran explosión juvenil, en París el mayo de 1968, se tendió inicialmente a menospreciar estos últimos. Luego se han puesto de relieve. En Francia, en1968 el 78 por ciento de las viviendas en zona rural y 31 por ciento de las urbanas carecían de váter.

Años atrás participé en Francia en diversos debates sobre aquel mayo. Se me ocurrió la idea, que repetí mucho, que en España teníamos un tipo de vacuna, que nos amparaba más que a otros países, como Francia y también Grecia. Era la cohesión familiar. Hasta hace poco, en España la solidaridad familiar era muy fuerte. Ahora lo es menos. En alguna ocasión la comparé con la propia de diversas comunidades africanas. Si allí no existiese, los desastres de aquel continente aún serían mucho peores.

Cuando no se vislumbran soluciones técnicas ni políticas a nuestro drama económico, puede cometerse el error de abusar de la comparación de base cultural o psicológica. Pero también sería erróneo ignorar lo que ocurre con las barbas ajenas. En cualquier caso, lo acaecido en Grecia no representa ninguna aproximación a la salida del túnel común.

Publicado por El Confidencial

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