domingo, 4 de enero de 2009

La felicidad en un mundo hecho trizas

Algunos aún nos tachan de locos pero la felicidad, como aspiración fundamental del ser humano, cada día gana más y más adeptos... y además de ser posible es que no nos queda otra... Lo dicho, el futuro es nuestro...

TIMOTHY GARTON ASH - El País

Feliz año nuevo? Están de broma. El año 2009 empezará con un gemido y luego irá a peor. Millones de personas han perdido ya su trabajo en todo el mundo por la primera verdadera crisis globalizada del capitalismo. Decenas de millones más lo perderán pronto. Los que tengamos la suerte de seguir trabajando nos sentiremos más pobres e inseguros. Para celebrar su Premio Nobel de Economía, Paul Krugman nos anuncia meses de "infierno económico". Gracias, Paul, y feliz año nuevo para ti también.

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Una tercera toma de conciencia fundamental, pues, es la que debemos hacer al revisar las pautas por las que nos guiamos. ¿Cuánto más dinero, cuántas más cosas necesitamos? ¿Es lo mismo tener suficiente que tener demasiado? (No, dicen los anunciantes al unísono). ¿Podríamos arreglárnoslas con menos? ¿Qué es lo verdaderamente importante para usted? ¿Qué contribuye más a su felicidad individual?

Lo crean o no, existe ya todo un subcampo académico de estudios sobre la felicidad. El economista Richard Layard ha escrito un interesante libro llamado Happiness: Lessons from a New Science (Felicidad: lecciones de una nueva ciencia). ¿Es a lo que se refería Nietzsche al hablar de la gaya ciencia?

Un estudioso holandés, Ruut Veenhoven, ha creado una base de datos mundial de la felicidad, con clasificaciones nacionales. Sus resultados aparecieron en una página web de California bajo el título "Canadá derrota a Estados Unidos en el índice mundial de la felicidad". Por lo visto, ha aparecido otra clasificación, con un "mapa mundial de la felicidad", en la Universidad británica de Leicester. Dinamarca ocupa el primer puesto en ambas. Existe incluso una publicación, el Journal of Happiness Studies (el editor debe de reírse mucho cuando va al banco).

Se piense lo que se piense sobre el valor real de este tema -perdón, ciencia-, pueden pasar un buen rato si buscan páginas sobre ello en Internet y tratan de averiguar cuánto es inventado. Pero, en serio, estas decisiones dependen, en parte, de los ciudadanos de clase media en los países ricos.

Es evidente que el planeta no puede sostener a 6.700 millones de personas que vivan como lo hace la clase media actual en Norteamérica y Europa occidental, ni mucho menos los 9.000 millones previstos para mediados de siglo.

O excluimos a una gran parte de la humanidad de los beneficios de la prosperidad, o nuestra forma de vida tiene que cambiar.

El lema con el que casi todos nuestros líderes políticos y económicos comienzan 2009 es "recuperar el crecimiento económico, cueste lo que cueste". Como la tripulación de un velero en una tormenta, sólo quieren mantenerlo a flote y avanzar en alguna dirección, la que sea.

Sin embargo, incluso cuando estemos en lo peor de la tormenta, que todavía no ha llegado, debemos mirar con atención el rumbo que estamos emprendiendo. Para eso son necesarios líderes de primera categoría, pero también unos ciudadanos que exijan unos líderes así. ¿Me alegraría personalmente de tener que hacer los cambios de modo de vida que serían necesarios? Casi seguro que no. Pero, al menos, me gustaría saber cuáles serían.

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